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Conociendo a Dios que se acerca a nuestra vida (I)

Quisiera que nos fijáramos especialmente, en algo que decimos cuando leemos la Palabra de Dios. Es algo que todos sabemos, aunque igual no lo profundizamos suficientemente, y es que estos textos que leemos son Palabra de Dios.Quisiera que nos fijáramos especialmente en que esta palabra es Palabra de Dios. Como siempre, hacemos una lectura que es a la vez espiritual, reconocer el texto como Palabra de Dios, se fija sobre todo en que es un texto espiritual, y también hacemos una lectura existencial. Pero esa lectura existencial la vamos a contemplar también desde la mirada de Dios. Vamos a poner especialmente el acento en esa mirada teologal que nos hace ver que es lo que Dios nos está diciendo con estos textos.

Lo vamos a hacer leyendo el evangelio de Lucas a lo largo de todo el curso, si Dios quiere. Y comenzamos ahora por tanto con el capítulo 1, que primero voy a leer y después vamos a comentar en esta clave. Espero que te ayude a rezar y a profundizar en el Evangelio. Empiezo por leer el texto de Lc 1, 1-25.

Al proclamar este evangelio decimos: Palabra de Dios. Vamos a ir viendo a lo largo de estos comentarios por qué decimos que es Palabra de Dios y para eso en esa clave que es el enfoque que usamos siempre en mientrasnotengamosrostro, nos vamos a fijar sobretodo en esa mirada de Dios que ha inspirado en este caso a Lucas. Vamos a escuchar esta palabra, no fijándonos, sobre todo, en lo que le pasa a Zacarías o en si eso me pasa a mi o me deja de pasar, sino en eso que nos enseña acerca de Dios en nosotros, de Dios en sí mismo. Lo que la palabra nos enseña acerca de esa mirada de Dios, sobre nuestro mundo, sobre nosotros, sobre el mismo Dios.

Lo primero que se nos dice es que esto sucede en tiempo de Herodes y sucede en Judea. Herodes es el rey de Judea. Con esto ya se nos inscribe esta historia en un tiempo y en un espacio determinados, como sucede con todo lo humano. Y aquí en esta historia, en un tiempo y un espacio determinados, hay un sacerdote que se llama Zacarías que tiene unas circunstancias concretas; en este caso, su mujer es descendiente de alguien tan significativo como Aarón. Su mujer se llama Isabel. Se nos dice algo de esta pareja, que eran rectos a juicio de Dios. Esto es mucho decir de una persona, es muy grande, de dos personas en este caso. Procuraban proceder sin falta, de acuerdo con la ley del Señor. Que se nos diga esto de ellos es muy bueno, porque ya se nos dice que su vida está abierta a Dios y a la vez, se nos está diciendo que esta pareja tiene un dolor, que no tenían hijos, y eso se considera una humillación en Israel y en muchas otras culturas y esto ya nos dice algo: que el cumplir ante Dios lo haces porque Dios se lo merece, no para que te premie, no para que te conceda aquello que deseas. Estas personas, Zacarías e Isabel, son rectos a los ojos del Señor y eso no ha supuesto que obtuvieran aquello que deseaban mucho. Tienen una pena, como tantos de nosotros podemos tener una pena y esa pena se puede vivir de cara a Dios, se nos dice que es importante vivirla de cara a Dios, en confianza, veas o no veas en esta vida, ellosal final de su vida han visto que se realizaba aquello que deseaban, pero se trata de confiar y confiar es gratis. Dios se ha entregado gratis y nosotros procuramos responderle gratuitamente.

Y se nos dice que Zacarías que es sacerdote, hay un momento que le toca oficiar en el templo y entonces cuando le toca oficiar, entra al templo a ofrecer el incienso, a adorar a Dios, como por su ministerio de sacerdote le correspondía hacer. Se nos dice que el pueblo está fuera orando y que a Zacarías le sucede algo y es, que se le hace presente un ángel del Señor de pie a la derecha en el altar del incienso. Esto puede suceder de varias maneras: una es que veas a un ángel del Señor, esto a nosotros nos produce muchas resistencias, porque incluso siendo creyentes, pertenecemos a una cultura muy racional. Entonces decimos ¡Cómo se te va  a aparecer un espíritu!  Y eso nos lía mucho. ¡No te líes con eso!  Es posible que lo viera o es posible que experimentara con certeza que Dios le estaba hablando y es otra manera, es otro modo como se nos presenta el ángel. Lo que se nos está diciendo, sin ninguna duda, es que Zacarías ha recibido un mensaje, que le ha dado certeza de que el Señor estaba ahí y le comunicaba algo.

Lo primero que se nos dice es que, al ver a este ángel, Zacarías se asusta y se queda desconcertado. Y con esto ya se nos está diciendo cual ha sido la respuesta de Zacarías, que es una respuesta bastante normal en un principio, el sentir temor o desconcierto. Entonces, el ángel le dice que no tema y le dice que su petición ha sido escuchada y que su mujer va a tener un hijo. Y le da una serie de buenas noticias.  Una serie de buenas noticias, primero que van a tener un hijo, como tanto han deseado. Y le dice que a ese hijo le van a llamar Juan., que les va a llenar de gozo y de alegría y que muchos se alegrarán de su nacimiento.

Y esto nos habla de realidades que son grandes a los ojos de Dios.  Juan a los ojos del mundo no ha sido casi nadie. Pero para Dios sí lo es. Los hombres y mujeres de Dios son personas que dan vida a otros. Por tanto, muchos se alegrarán su nacimiento. A través de él conocerán a Dios. Será grande nos dice, a juicio del Señor. Para el mundo va a ser alguien extraño.  Los fariseos van a verle, y no acaban de fiarse de él.  Para Herodes va a ser alguien interesante pero luego lo va a matar, a pesar de apreciarlo, por un qué dirán.

Juan va a vivir de esa relación con el Señor. No beberá vino, ni licor. No se va a alimentar, ni encontrar su fuego, ni su espíritu en las cosas del mundo , sino que va a estar lleno de Espíritu Santo desde el vientre materno. Lo que Dios le está regalando a este hombre, que se llamará Juan el Bautista, es su presencia y su fuego para vivir en el mundo. Hay hombres y mujeres en nuestro mundo que viven de esta presencia del Señor. Viven para esto, viven para convertir a muchos israelitas al Señor, para ser profetas de Dios, le dice: ‘Irá por delante con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos, a los rebeldes con el sentir de los honrados. Así preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto’.

Si leyéramos esto desde nosotros diríamos, por ejemplo: ‘Pues que injusto que Dios haga esto con algunos y no lo haga conmigo, ni con nadie que yo conozco’.  Es posible que lo esté haciendo con alguien que tú conoces y tú no lo reconozcas, no porque en esa persona no esté, sino porque igual tú no lo ves.  Pero a  veces puede pasar que Dios quiere que lo vean quienes están llamados  a verlo porque esto Dios lo hace en todas las generaciones. A algunos los toca de esa manera más evidente, más luminosa, pero no lo hace para privilegiar a ese contra otros o con respecto de otros, sino que cuando Dios bendice a alguien, es siempre en favor de todos. Cuando esto lo escuchamos desde Dios nos alegramos, así como cuando lo escuchamos desde nosotros sentimos pena de nosotros, o nos victimizamos, o nos quejamos porque decimos “qué mal me parece que Dios haga esto con otros y conmigo no o con quien x no, que tanto se lo pide”. Eso no es mirar desde Dios, mirar desde Dios es alegrarse de lo que Él hace y pedirle que respondamos a lo que está haciendo en ti y en mí, que está haciendo también otras cosas.

Y entonces el ángel le dice estas palabras grandes a Zacarías acerca de este hijo que va a tener. Y Zacarías seguro que cuando ha escuchado esto ha sentido brotar la alegría de esta palabra de Dios que se pronunciaba, que estaba escuchando. Pero a la vez que ha brotado esta alegría en él, también en el corazón de Zacarías ha brotado desconfianza, lo vemos primero por sus palabras, pero luego por cómo interpreta, porque nosotros nos podríamos equivocar, y por el modo como el ángel interpreta estas palabras, dice ¡Qué garantía me da esto, pues yo soy anciano y mi mujer de edad avanzada! Esto es hablarle a Dios desde nuestra lógica, en vez de   abrirnos a la suya. Esto es desconfiar de Dios y esto nos dice también que, aunque Zacarías cumplía muy bien la ley, en su corazón todavía había otro nivel más hondo que es el de la confianza en Dios que estaba por purificar. Y por eso va a recibir la purificación en forma de prueba. En este momento, para ser purificado se le va a mandar callar. Le va a decir el ángel: ‘Yo soy Gabriel que sirvo a Dios en su presencia. Me ha enviado a hablarte, a darte esta buena noticia’. Pero yo sirvo a Dios, le dice primero Gabriel, me ha enviado a que te de esta buena noticia, pero como tú no has creído, por no haber creído mis palabras, que estabas experimentando   alegría, y has agotado esta alegría con la desconfianza, entonces quedarás mudo y sin poder hablar hasta que esto se cumpla, porque las palabras de Dios se cumplirán.

Efectivamente, cuando Zacarías sale, lo primero que se nos dice es que el pueblo estaba extrañado  de que  Zacarías  se demorase y cuando sale y no podía hablar, se dieron cuenta de  que había tenido una visión en el santuario  Y esto nos habla, nos ilumina en clave de discernimiento porque cuando nosotros vemos una cosa así,  es posible que si somos un pueblo creyente que está esperando al sacerdote y ha quedado mudo, podemos decir igual: ‘Habrá quedado mudo porque ha tenido una visión porque fíjate  que fantástico que ahí Dios le hable’. Otra vez tendemos a poner el foco en Zacarías,ç: ¡Qué fabuloso tiene que ser Zacarías para que Dios le hable!’. Sin comprender que el fabuloso es Dios que ha hablado a Zacarías y que Zacarías, por el contrario, ha sido castigado por su desconfianza. Pero nosotros tendemos a leer la historia como nosotros queremos que sea. Y esto también nos enseña a abrirnos a la lógica de Dios que a quien se ha quedado mudo no sé por qué, ha visto algo, pero no sé cómo ha respondido.  Cuando veamos en alguien la presencia de Dios, el aprender a discernir como se manifiesta esa presencia de Dios en esas personas, nos enseña a valorar lo que importa, la presencia de Dios y a relativizar aquello de lo que no sabemos.

Después se nos dice que su mujer Isabel concibe, que ella primero se esconde y que  a la vez celebra, que no hace público esto que ha sucedido, que en una expresión que va  a salir en relación a Maria algunas veces  en este evangelio, está guardando en su corazón, en su interior esto que ha sucedido  y a la vez  celebra al Señor. ‘Así me ha tratado el Señor cuando dispuso remover mi humillación pública’. Ella sabe que esta bendición se debe al Señor, no ha desconfiado porque si no  le hubiera pasado lo que a su marido  y está celebrando al Señor y está gozándose   de lo que ha hecho en ella.

Creo que aquí tenemos una serie de claves que nos permiten rezar con este texto y alegrarnos de cómo es Dios y como actúa en el mundo y en nosotros y eso es lo que ahora puedes hacer, rezar con este texto para seguir hablando con Dios desde aquí.

Imagen: Sincerely Media, Unsplash

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