Hace unos cuantos jueves te envié más tarde la entrada del blog. No era posible conectar con la web, ni con el hosting en la que la web se aloja… No sabía cuál era la razón y siempre tiendes a pensar que algo estarás haciendo mal, ¡al menos yo, sé tan poco de tecnología! Después ya me informaron de que el problema haya sido que el hosting en el que esta web se aloja había sufrido un fallo masivo que partía de un hosting de Francia…, ¡vamos, que tenían un follón monumental que afectaba, dijeron, a media Europa!
Si te hablo de esto es porque para mí, en cambio, no fue ningún problema. La entrada te llegó tres horas más tarde, cuatro como mucho, y seguramente ni te diste cuenta… pero si hubiera durado más, ¿qué hubiera pasado? Igualmente, nada.
Esto te lo digo también porque si un día no te llega algo en el plazo previsto, dímelo, que intentaremos resolverlo… pero ya sabes que no correré por ello, y eso, porque no se nos va la vida ahí. No pienso que te esté resolviendo la vida. Por eso, los fallos, que son parte de nuestra vida, intentaré arreglarlos… como lo que son. Ocasiones –la de enviarte la entrada o la de ver porqué no te llega-, de otra cosa, que es la que importa…
En esto en cambio no se juega nada, porque lo de que de verdad importa es el amor que ponemos. Teresa de Jesús decía que “solo es el amor el que da valor a todas las cosas”. El amor que ponemos va por otra vía que los cables de fibra óptica o que las redes y los servidores dedicados como OVH, y que todos los caminos que nosotros comprendemos. El amor llega, por otros cauces invisibles y no controlables, si está presente en nosotr@s el amor de Dios. Vías que están siempre activas y no padecen deficiencia en el amor porque su tejido es el amor mismo de Dios.
Digo esto porque a veces que caemos en la trampa de mirar desde lo controlable. Sucede cuando creemos que las cosas dependen de lo que yo hago o de lo que yo dejo de hacer, de lo que yo digo, de lo que me piden que diga…
La mirada que ve en lo Invisible nos muestra todo eso como relativo. La mirada que ve en lo invisible nos permite ponerlo todo en su lugar.
¿Tienes experiencia de esto? ¿Qué espacio tiene en tu vida esa mirada que va más allá de lo controlable? ¿Qué vida te aporta esa otra mirada?
Imagen: Devin Avery, Unsplash