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Miradas (IX)

Yendo de camino, entró Jesús en una aldea. Una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras; Marta se afanaba en múltiples servicios. Hasta que se paró y dijo: —Maestro, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en esta tarea? Dile que me ayude. El Señor le replicó: —Marta, Marta, te preocupas y te inquietas por muchas cosas, cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y no se la quitarán. Lc 10, 38-42

Como venimos haciendo, vamos a mirar este texto desde nuestra mirada, y desde la mirada de Jesús.

Cuando miramos este texto desde nuestra mirada, tendemos a ver a Marta como la desacertada, la ruidosa, incluso haciendo bien, y a María como “la buena”, la acertada. Por este camino, decimos que Marta mal, y que tendríamos que ser como María, a la vez que vemos que no sabemos cómo hacer, si hay que hacer las cosas, y no sabemos cómo hacer para vivir como María…

Conclusión: cuando leas un texto del evangelio y tu mirada se estrelle, pregúntale a Jesús, para que te muestre su modo de mirar.

Si venimos a Jesús, tengamos presente, en primer lugar, que Jesús ama a Marta y a María. Y que a cada una la ama desde su modo único, desde la persona única que cada una de nosotras estamos llamadas a ser.

Teniendo esto presente, quizá podamos entender que tú, y yo, llevamos dentro una Marta y una María. Que deseamos hacer cosas en favor de Jesús, aunque a veces nos apropiemos, perdamos la perspectiva, y tenga Jesús que corregirnos. Que deseamos estar con Jesús, y ser con él en lo profundo de nuestra vida, aunque a veces nos cueste, como María.

Si reconoces en ti esta llamada a ser Marta y María, y reconoces el camino hacia integrar a Marta y a María en ti, puede que estés orientando hacia el buen camino.

Jesús no reconviene a Marta por hacer lo que hace, sino por hacerlo desde ese modo preocupado y angustiado que además quiere ahogar la parte de María que hay en ella. Qué distinto es vivir esas dos dimensiones que somos de modo integrado, gozoso, pacífico, o vivirlas hipertrofiando una de ellas, lo que nos hace la perspectiva.

La mirada de Jesús, que mira a Marta y a María, a la Marta y a la María que somos con bendición, nos permite ser según el modo que estamos llamadas, llamados a ser.

Imagen: , Unsplash

4 comentarios en “Miradas (IX)”

  1. ANA BELEN ALBERO DIAZ

    Ay, querida Teresa, me encanta. No sabes las veces que cito este texto en mi vida diaria. Especialmente cuando mi “Marta” se me apodera y me enfado y digo: “sí, claro, pero si Marta no se llega a poner, ¡en esa casa no cena nadie!” 😉 En fin, gracias por la luz y la invitación a mirar y a mirarnos desde otro lugar. Feliz día,

      1. Querida Teresa: Nunca había entendido este texto de esta forma: que todas llevamos una Marta y una María en nuestro ser. Yo siempre priorizaba una sobre la otra y no entendía cómo Jesús podía no valorar a Marta. Espero que me acuerde de ponerlo en práctica.
        Un abrazo

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