Seguimos nuestro comentario del capítulo 13 del evangelio de Lucas, en el que nos seguimos fijando en el modo como Jesús nos mira. Un modo que es Camino, Verdad y Vida.
En aquel momento se acercaron unos fariseos a decirle: —Sal y retírate de aquí, porque Herodes intenta matarte. Jesús les contestó: —Id a decir a ese raposo: mira, hoy y mañana expulso demonios y realizo sanaciones; pasado mañana terminaré. Con todo, hoy y mañana y pasado tengo que seguir mi viaje, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados, cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a la pollada bajo sus alas; y os resististeis! Pues bien, vuestra casa quedará desierta. Os digo que no me veréis hasta [el momento] en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor. Lc 13, 31-35
A lo largo de este recorrido, Jesús nos ha ido enseñando de qué modo mira Dios la realidad. Aquí nos vamos a encontrar con dos modos de mirar que resultan sorprendentes para nuestro mundo, y nos iluminan sobre el modo de mirar de Jesús. En este caso, unos fariseos vienen, con muy buena voluntad, a decir a Jesús que se proteja porque Herodes intenta matarle. La respuesta de Jesús indica cuál es su modo de mirar: un modo de mirar que nos dice que es el querer del Padre el que le conduce, un modo de mirar que nos dice cómo ve a Herodes. Jesús sabe que va a morir, pero no por Herodes, y no sin llegar a Jerusalén. Con esto, Jesús nos enseña que se vive en el mundo, no atendiendo a las amenazas del mundo, sino atendiendo a la voluntad del Padre.
Una vez que se encamina a Jerusalén, Jesús nos dice cómo mira a Jerusalén, a la que ha querido reunir bajo sus alas, y no ha podido reunirla amorosamente, como la gallina a los polluelos. Jerusalén, que se ve a sí misma como la ciudad santa de Dios, es mirada por Jesús como la ciudad que mata a los profetas, apedrea a los enviados y no es capaz de adorar a Dios, reconociendo en Jesús al Mesías.
Estas palabras fuertes de Jesús, que nos muestran su mirada sobre nosotros, sus enseñanzas vitales para nuestra vida, nos dan la ocasión, al final de este capítulo 13, de convertirnos a Jesús para dejarnos mirar por él, vivir desde esa mirada suya.
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