Muchas veces me encuentro con personas a las que me gustaría decirles algo que les ayudara en su vida: “no estás sola”, “sigue buscando, y se abrirá una puerta”, “eres más valioso que todo lo que piensas y que todos esos éxitos que tanto trabajo te cuestan”, “tus dudas se evaporarían si pudieras ver”, “nada de lo que temes puede matarte”, “la muerte ha sido vencida”, “vuelve a tu interior”
Y me he dado cuenta de que todas esas cosas que me gustaría transmitir a las personas para que las llevaran consigo son las cosas que Dios, dentro de nosotros y a través de la vida, nos dice a cada paso para abrirnos caminos. Dios está siempre con nosotros, pero nosotros muchas veces no estamos con él. Creemos que estamos solos, tenemos ideas equivocadas sobre la vida, sobre los demás, sobre nosotros y sobre Dios, y vivimos desde esas ideas equivocadas.
Qué otra sería la vida si pudiéramos vivir en relación con Dios, con este Dios que nos ama más que lo que todas las palabras pueden decir.
Por eso, me gustaría que este documento que habla de una experiencia tan vital, tan humana y tan que desborda lo humano como es hablar con Dios te sirviera para quitar estorbos a la hora de vivir en relación con Él. Esa relación que a menudo llamamos oración, y que es como un fuego que llega a irradiar en todos los ámbitos de la vida, tu mirada sobre la realidad, sobre los demás, sobre el mundo y sobre Dios. Todo.
Si te interesa -¡espero que sí!-, puedes descargarte el documento pinchando en este enlace.
Después de leerlo, os podéis quedar a solas, Dios y tú.
Imagen: Louis Hansel, Unsplash
¡Cuánto nos cuesta creer que somos valiosos, no por lo que hacemos sino por lo que somos! Porque somos obra de Dios, artífices de sus manos y Dios no se ha equivocado con nosotros… Somos el tesoro escondido por el que lo vende todo, la perla preciosa…Porque somos mirados desde el amor y con amor. Ciertamente viviríamos más felices, serenos, tranquilos, si pudiéramos creer esta Palabra de Dios para nosotros. Eres valioso/a para mi.
¡¡Cuánta esperanza y cuánta bendición traen tus palabras, Segundo!! Gracias por recordárnoslas, por animarnos a creer.