En la primera carta a los Corintios, Pablo nos va a hablar de cómo se vive la vida cristiana después del encuentro con Cristo. Vamos a leerla en esta clave en que ha sido escrita: mirando a Jesús para abrirnos a vivir con, por y para Dios, al modo de Jesús.
Al comienzo de nuestra carta, te animo a que leas alguna introducción a la Primera Carta a los Corintios en alguna Biblia que te ayude a situar en contexto la carta que ahora comenzamos.
1 De Pablo, llamado por voluntad de Dios a ser apóstol del Mesías Jesús, y del hermano Sóstenes,2 a la Iglesia de Dios de Corinto, a los consagrados al Mesías Jesús con una vocación santa, y a todos los que, sea donde sea, invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:3 Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.4 Doy gracias sin cesar a mi Dios por vosotros, por la gracia que Dios os ha dado por medio del Mesías Jesús,5 pues por él os habéis enriquecido en todo, con toda clase de palabras y de conocimiento.6 El testimonio sobre el Mesías se ha confirmado en vosotros,7 hasta el punto de que no os falta ningún don a los que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesu[cristo].8 Él os confirmará hasta el final para que en el día de nuestro Señor Jesucristo seáis irreprochables.9 Fiel es Dios, el que os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. 1Cor 1, 1-9
Lo primero que aparece en la carta de Pablo que ahora comenzamos es esta referencia a Dios que es lo primero, y es lo central, tanto al referirse a los Corintios como a su modo de mirar. Esto, cuando caemos en la cuenta de ello, nos sorprende y nos “estira”, a nosotros que incluso de aquello que se refiere a Dios hablamos desde la autorreferencialidad que es tan propia de nuestra época (“yo rezo”, “a mí me gusta/no me gusta Pablo”, y otras formas estrechas de hablar de algo tan grande).
En segundo lugar, Pablo no está solo, sino que esta carta la escribe con el hermano Sóstenes que le apoya del modo que sea, no sabemos cuál. Estando en comunión con Sóstenes, está también en comunión con la comunidad de Corinto, a quienes contempla en primer lugar en su condición de llamadas y llamados por Dios, consagrados a él. Esa consagración a Dios es su identidad más profunda: su entrega a Dios, no porque ya la vivan plenamente, sino que es la orientación fundamental de su vida, a la que aspiran. Así también, en esta clave de comunión, nos saluda a nosotros, a todos los que invocan, invocamos el nombre de Jesucristo a lo largo de los tiempos.
A estos Corintios, a los que va a decir muchas cosas que no hacen bien, los mira desde esa bendición que han recibido de Dios, y es por ella por lo que los exhorta a crecer. Lo primero, siempre, es una palabra amorosa que reconoce la bendición y la acción de Dios sobre nuestra vida. Dios está siendo fiel en nuestra vida, y a Pablo, como ministro de Dios, le corresponde exhortarlos a ese más, como decimos que hará en esta carta, dejándose conducir para ello por el Espíritu de Dios que siempre trabaja en nuestro favor.
Reconoce aquellos elementos de este fragmento con los que el Espíritu te impulsa a vivir. Pedimos, también, por las hermanas y hermanos que también buscan escuchar a Jesús para vivir de Él.
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