En la primera carta a los Corintios, Pablo nos va a hablar de cómo se vive la vida cristiana después del encuentro con Cristo. Vamos a leerla en esta clave en que ha sido escrita: mirando a Jesús para abrirnos a vivir con, por y para Dios, al modo de Jesús.
10 Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo os ruego que estéis de acuerdo y que no haya disensiones entre vosotros, sino una perfecta concordia de pensamiento y opinión.11 Pues me he enterado, hermanos míos, por los de Cloe, que existen discordias entre vosotros.12 Me refiero a lo que anda diciendo cada uno: yo por Pablo, yo por Apolo, yo por Cefas, yo por el Mesías.13 ¿Está dividido el Mesías? ¿Ha sido crucificado Pablo por vosotros o habéis sido bautizados invocando el nombre de Pablo?14 Gracias a Dios no bauticé más que a Crispo y Cayo;15 así que nadie diga que fue bautizado invocando mi nombre.16 Bueno, bauticé también a la familia de Esteban; pero, que yo sepa, no bauticé a nadie más.17 De hecho, no me envió el Mesías a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, sin elocuencia alguna, para que no se invalide la cruz del Mesías. 1 Cor 1, 10-17
La semana pasada dábamos gracias por los muchos dones que Dios ha regalado a los Corintios. Es desde aquí, desde esta bendición, que pasa a decirles todo lo que les está fallando: habiendo recibido tantos dones, ellos están teniendo disensiones que no reflejan el acuerdo en Cristo que tendrían que vivir. Y pasa a concretar de qué modo se manifiesta esto, en esas preferencias por Pablo o Apolo o Cefas, cuando para todos ha sido el Mesías el único que os ha rescatado. Y sin embargo, ellos prefieren que el bautismo, que es lo central, lo hayan recibido de Pablo o de Cefas, como si el intermediario fuera relevante, cuando el único que importa es el Mesías, que ha dado la vida para que tengamos vida, y en cuya muerte y resurrección hemos recibido el bautismo.
Pregúntate si esta confusión entre lo importante y lo secundario, entre el Salvador y sus mensajeros… te confunde también a ti a la hora de relacionarte (¡enfrentarte a veces!) con tus hermanos creyentes, perdiendo de vista quién es el que nos une y quién es el que nos ha salvado.
Reconoce aquellos elementos de este fragmento con los que el Espíritu te impulsa a vivir. No dejes de pedir, también, por las hermanas y hermanos que también buscan escuchar a Jesús para vivir de Él.
Imagen: Fahmi Fakrudin, Unsplash
