fbpx

Encontrarse con Jesús (II)

En el texto que comentamos hoy, Jesús sigue teniendo mucha gente alrededor que viene a escucharlo. Nosotros también nos acercamos hoy a Jesús para escucharlo. El texto dice así:

Mientras Jesús se encontraba en un pueblo se presentó un leproso; el cual, viendo a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicaba: —Señor, si quieres, puedes sanarme. Extendió la mano y le tocó, diciendo: —Lo quiero, queda sano. Al punto se le fue la lepra. Y Jesús le ordenó: —No se lo digas a nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la ofrenda de tu sanación establecida por Moisés. Su fama se difundía, de suerte que una gran multitud acudía a escucharlo y a sanarse de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares solitarios a orar. Lc 5, 12-16

Jesús, viviendo entre nosotros, tiene esa capacidad de sanar. En este caso se le acerca un leproso. Cómo tiene que haber sido Jesús para que los leprosos, que tenían que vivir fuera de la ciudad porque se los consideraba apestados por su dolencia contagiosa que los separaba de su familia, de su sociedad, de la práctica de la fe común… como ha tenido que ser Jesús para que las personas se acercaran a él con esperanza, sabiendo que de Jesús no iban a recibir ese rechazo que encontraban en todas partes: de familia, de amigos, de religión…

Este hombre con fe se acerca a Jesús y le dice Señor, si quieres, puedes sanarme. Qué resonancia tiene para nosotros, que leemos el Evangelio en el siglo XXI, tienen estas palabras. Porque todos nosotros, todas nosotras, nos encontramos con enfermedades de cuerpo, de afectos, de espíritu, y en esas en esas dolencias que tenemos, deseamos que alguien nos sane y no encontramos salud para todo eso que nos daña una vez y otra. Aquí el Evangelio nos dice que Jesús tiene el poder de sanar, y un poco más adelante, en el versículo 17 va a decir que poseía la fuerza del Señor para sanar. Jesús está manifestando esa fuerza del Señor para sanar, y la gente lo percibe, como tantos y tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia hemos percibido la fuerza del Señor para sanar: a veces en el propio Jesús, a veces a través de personas que han recibido del Espíritu de Dios este mismo don del Señor. Hace falta que nos fiemos, que creamos en ese poder de sanar, porque si estamos mirando en estrecho diciendo: “sí, pero por qué me va a curar a mí si hay tantos a los que no han curado” o decimos “ lo que tengo que hacer es ir al médico y si no me cura será que Dios me dice que no me quiere curar”… está claro que hay que ir al médico y poner los medios de salud normales, pero si la relación fundamental de nuestra vida es la fe, tendremos que valernos de la fe para todo. Y como toda enfermedad en último término hace crecer o hace debilitarse nuestro espíritu, vemos que la enfermedad física, afectiva, espiritual tiene que estar toda ella contemplada desde la fe. Aquí se le está diciendo que a este hombre que cumpla con el Templo, que cumpla con las leyes de Israel. Después de curar, después de realizar la plenitud que es la salvación para este hombre es cuando cumplimos la ley. Lo importante es que Jesús salva y desde ahí le dice “ahora cumple lo que dijo Moisés”, y se lo dice desde esa acción victoriosa que es la salvación que Jesús ha traído. Esto nos ayuda a mirar, a distinguir qué es lo importante y qué está en función de lo importante. Nos enseña que la fe en Jesús que tiene este hombre es la que ha puesto en marcha la sanación, y que desde ese gozo de haber sido sanado es como se va a dirigir al templo a presentar su ofrenda, para celebrar la salvación de Dios que se ha realizado. Jesús quiere que el hombre integre esa salvación esa fe en Jesús con la dimensión religiosa y comunitaria y ritual de la fe.

La breve perícopa que tenemos para hoy continúa diciendo Su fama se difundía, de suerte que una gran multitud acudía a escucharlo y a sanarse de sus enfermedades. Se nos dice así que las personas reconocen en Jesús esta salvación de Dios y claro, cuando Lucas nos lo cuenta nos transmite lo que veían estas personas en tiempo de Jesús. Su testimonio nos está diciendo que yo también lo tengo que reconocer. Nos está diciendo que Jesús es así. Que los que están a su lado reconocen el atractivo de su persona en sus palabras que enseñan, como en sus acciones que traen esa vida en forma de sanación. Ellos nos hacen caer en la cuenta de cuánto necesitamos de esta enseñanza para nuestro espíritu, para nuestra inteligencia, para nuestros afectos. De cuánto necesitamos de esta salud para nuestro cuerpo, para nuestros afectos, para nuestro espíritu. El evangelio nos dice cómo toda la gente se acerca a él y vemos que estas personas vieron y creyeron, y eso es lo que nosotros necesitamos hacer hoy: ver y creer.

Esta pequeña perícopa terminaba con un apunte que nos habla de la propia persona de Jesús. Dice Pero él se retiraba a lugares solitarios para orar y es que la vida es esto: entrega a los demás e intimidad con Dios. En la primera carta a Timoteo, se nos dice que Jesús es el mediador entre Dios y los seres humanos. Jesús habla con el Padre en ese diálogo amoroso que aunque nosotros no sabemos cómo el amor aumenta en Jesús. Ese diálogo con el Padre enriquece su amor, le va dando más densidad cada vez y luego ese amor lo lleva a nosotros desde la relación con el Padre, creciendo como leíamos en el c. 2 de este evangelio, Jesús crecía. Aquí también, en la relación con el Padre, crece su amor y luego lleva este amor inmenso a las personas, que entonces eran aquellos y hoy somos nosotros. Luego, eso que lleva a las personas lo entrega de nuevo al Padre… Así se nos dice que lo esencial en la vida es la relación. Esa relación en la que la relación con el Padre y con los hermanos van haciendo crecer y hermosearse a la persona que somos.

Imagen: Brooke Lark, Unsplash

Deja aquí tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al enviar aceptas la política de privacidad. Los datos que proporciones al enviar tu comentario, serán tratados conforme la normativa vigente de Protección de Datos y gestionados en un fichero privado por Teresa Iribarnegaray, propietario del fichero. La finalidad de la recogida de los datos, es para responder únicamente y exclusivamente a tu comentario. En ningún caso tus datos serán cedidos a terceras personas. Consulta más información en mi Política de Privacidad.