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La Palabra de Dios, luz de nuestra vida (VIII)

En estas entradas leeremos el capítulo 18 del evangelio de Lucas. De las muchas cosas que podemos aprender en cada uno de los textos, hay una que es esencial: escuchar esta palabra como Palabra de Dios que es, de manera que ilumine y configure nuestra vida al modo de Dios.

En esta entrada y en las que siguen, leeremos la Palabra desde este deseo y esta acogida.

 15 Le acercaron también unos críos para que los bendijera. Los discípulos al verlo les reprendían.16 Pero Jesús los llamó diciendo:
—Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis, pues a esos tales les pertenece el reino de Dios.17 Os aseguro que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Lc 18, 15-17

Comenzamos haciendo este ejercicio que te he propuesto en semanas anteriores.

Primero, miramos la situación como solemos verla nosotros. De ese modo, nos reconocemos en la actitud de los discípulos, que impiden a los niños acercarse a Jesús. Lo hacen por razones muy correctas, como puede ser el respeto a Jesús, el deseo de que a Jesús se le atienda bien, etc., y en su planteamiento los niños, que juegan, que se ríen con Jesús, que se acercan a él sin el respeto debido a su persona, etc…. no entran.

Pregúntate qué hubieras hecho tú.

Este es nuestro modo de mirar. Y aquí entra la mirada de Jesús, la Palabra de Dios, que nos indica cómo se mira la realidad. Cómo ve Dios esta realidad. Lo que Jesús les dice es lo opuesto a lo que ellos, y nosotros, hubiéramos hecho. Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis, pues a esos tales les pertenece el reino de Dios. Si acogemos esta palabra de Jesús, nos preguntamos qué es lo que ellos ven en Jesús. Los niños se acercan a Jesús gratuitamente. No porque quiero verme honrada al saludarte, ni porque tengo necesidad de ti y busco que me resuelvas, etc., sino que me acerco porque me veo atraída, atraído por ti. Los niños van a Jesús con todo lo que son, y perciben a Jesús que se entrega con todo lo que es. El Reino de Dios, nos ha dicho Jesús, se recibe como lo reciben los niños. Esta entrega recíproca es el Reino. Esa certeza que los niños captan, la certeza de que “Jesús me quiere”, “Jesús es mi amigo”, es la lógica del Reino y transforma profundamente nuestro modo de mirar y de vivir.

Asimismo, los niños no tienen nada que ofrecer. Vete con todo lo que hay en ti, reconociendo que en esa sencillez de los niños, que no saben, que no pueden, que no tienen, se abren a esa otra lógica que es la del Reino. La de la Vida.

Pedimos al Espíritu que ilumine y transforme nuestras vidas, en favor de muchos, a la luz de lo que la Palabra que Dios viene a mostrarnos.

Imagen: Nathan Dumlao, Unsplash

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