A veces nos sigue pareciendo que el evangelio es algo separado de la vida, que no sirve para iluminarla. Me gustaría mostrarte que no es así: acabo de ver un vídeo muy de nuestros días (una mélange de relaciones afectivas, redes sociales, psicólogos y estadística, esponsorizado por una marca publicitaria, ¡hasta unas gotas de chantaje emocional!) y he procurado leerlo a la luz de Mateo, para que veas que su sabiduría ilumina también nuestra época…
En el vídeo se ve a una serie de personas de dos en dos –parejas, amig@s, madre-hijo…- que, entrevistadas por un psicólogo conocido, hablan primero de lo importantes que son entre sí, la un@ para la otr@. La siguiente pregunta es con qué frecuencia se ven esas personas que son mutuamente tan importantes. La última pregunta es, a partir de esa frecuencia, cuánto tiempo más se van a encontrar. Para hacer este análisis de cuánto tiempo más se van a encontrar se valen de un sencillo cálculo y de unas referencias del Instituto Nacional de Estadística. Todas las personas parecen sentirse muy dolidas por el poco tiempo que les queda… el mensaje se entrecruza con otro que habla del tiempo que dedicamos a las redes sociales, tiempo que dejamos de dar a los que amamos, con sentencia psicológica de por medio, referida a que estamos programados “para evitar pensar en el tiempo que nos queda por vivir”…
Aquí te dejo el enlace al vídeo, para que lo veas por ti mism@. https://m.youtube.com/watch?v=MiXwBNiFM58&feature=youtu.be
Primero, se habla de los encuentros entre las personas en términos de tiempo. Como si verse 41 días y 8 horas estuviera garantizado –de dónde ese asombro sobre si es poco o es mucho, cuando no podemos alargar ni un minuto nuestra vida (cf. Mt 6, 27)-, y de dónde la pena porque eso nos parezca “poco”, cuando en realidad la mayor parte de nuestro tiempo con los seres queridos, y el tiempo de la vida en general, lo pasamos de forma inconsciente y se pierde…
Por mi parte, prefiero mirar los encuentros en términos de calidad. Yo guardo en el corazón momentos preciosos con algunas personas que pervivirán en mí mientras tenga memoria, y me alimentan a pesar de que haya pasado mucho tiempo, a pesar incluso de que ya no nos quede tiempo de ese que se puede contar –de mi padre, que murió hace 22 años, tengo un momento en especial en el que sigo viviendo con él, uno solo, y me sigue dando vida desde entonces-. Y tengo también montones de horas en los que no ha pasado nada, horas y horas con personas queridas. Momentos en los que hemos hecho de todo, menos querernos. Estas experiencias me han ido llevando a valorar los tiempos de calidad, más que los tiempos de presencia. Y tendrá que haber tiempos para eso, claro que sí… pero ya el tiempo no es lo más importante.
Además, me parece un poco idealista medir las cosas en términos de tiempo cuando la vida tiene una serie de obligaciones queridas a las que hay que responder (la gente que vive en distintas ciudades está separada porque tiene un trabajo o porque ha hecho otras opciones que le importan también). Lamentarse por el tiempo en que no nos vemos es mantener la ilusión de que la vida fuera solo vernos –…no se dice nada de encontrarnos-. En mi caso, lo que espero de alguien que me quiera bien es que desee para mí que esté donde tengo que estar, y no que esté al lado de la persona que me quiere, ignorando o desdeñando lo que me toque vivir. Esto no se dice así en el vídeo, pero este de “estar siempre juntos” es un delirio que subyace. Y yo digo, ¿por qué no está bien verse una vez, o dos al año, si es lo que corresponde a esa relación; por qué no está bien verse una vez al mes, si eso es lo real posible? Muera el delirio, viva la vida con los pies en la tierra.
Algo que se repite en el vídeo es que dedicamos a las redes sociales el tiempo que antes dedicábamos a las relaciones con las personas, y eso incluye a las que amamos. Sin embargo… tengo muchas dudas de que alguien que tuviera relaciones profundas y significativas con las personas se encuentre a gusto empleando ese tiempo en las redes sociales. Pienso, más bien, lo contrario: solo quien antes tenía relaciones epidérmicas con personas reales es quien ahora no nota mucho cambio al tener relaciones epidérmicas con personas (o no personas) virtuales.
Tampoco me convence el argumento lacrimógeno de que “no nos queda más que tanto tiempo junt@s” que suele provocar mala conciencia –alguno de los participantes afirma que dedicamos tanto tiempo a lo que no nos hace felices, y poco a lo que de verdad importa-. Me parecería mejor la llamada a caer en la cuenta de si estamos haciendo con nuestra vida lo que creemos que tenemos que hacer. Si nos parece que no estamos en ello, cambiemos de vida mientras hay tiempo (para eso sí puede servir un recordatorio como este). Me parece mal que se usen argumentos que actúan sobre la emoción en vez de hablar directa, adultamente a la persona que soy o quiero llegar a ser –y sin embargo, esto funciona, así que debe ser que hay mucho de este modo de mirar entre nosotros-.
He dejado para el final el argumento que para mí es el más importante: en el vídeo se propone que estamos perdiendo el tiempo al no estar con la gente a la que queremos. Quien tenga este “estar con la gente a la que quiero” como su más alto valor, que revise lo que hace, sin duda. Pero igual es que tus acciones dicen que este no es tu valor más alto, aunque lo valores. Objetivamente, “estar con la gente a la que quiero” no es el valor que está por encima de todos, y aquí se da por supuesto. El valor más alto de mi vida, entre los que se refieren al empleo del tiempo del que se habla en el vídeo, es “estar con la gente a la que soy enviada” (cf. Mt 28, 19-20). Esto, además de aumentar muchísimo el número de gente a la que quiero, pone un valor por encima del quererse, que es el “querer vivir para lo que Dios quiera”. Así, la pregunta acerca de lo que estoy haciendo con mi vida se responde viendo si estoy aprovechando el tiempo para hacer lo que Dios me ha mostrado que quiere que haga, para estar donde él quiere que esté. Y esto me descansa, me plenifica y me despliega, pero no para mí. Y Dios se ocupará de lo demás (cf. Mt 6, 34).
Imagen: Toa Heftiba, Unsplash
Gracias por este comentario, Teresa. Había algo en ese vídeo que me producía rechazo y no sabía qué era. Tu comentario nos señala lo importante. Un abrazo grande
Muchas gracia Teresa por el análisis del video. Yo lo había visto y había algo que me chirriaba constantemente y a lo que no sabia poner palabras. Gracias a tu comentario he entendido qué me chirriaba: ese apelar a lo emotivo para hacer que nos pongamos en marcha, es un estímulo muy utilizado en nuestros días. Pero es cortoplacista y engañoso, al poco tiempo se esfuma, como la emoción misma. Y por supuesto, para nosotros los que queremos amar al Señor, lo más importante es Diosnuestro ser más querido, mas amado , mas deseado, y al que queremos dedicar todo el tiempo de nuestra vida. En ese tiempo están incluidos los queridos (a los que somos enviados) y aquellos otros no tan cercanos a los que tambien somos enviados, como tu dices.
Gracias de nuevo por ayudarme a poner palabras
Lucía
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Gracias a ti, Lucía. Nos sienta bien escuchar lo que oímos y preguntarnos… El evangelio es luz también en este sentido.