En estas entradas hemos preguntado a distintas personas “¿Qué es para ti la Eucaristía?”. En esta ocasión, la pregunta se la hemos hecho a un sacerdote de cincuenta y pico años. Esto es lo que nos ha respondido. ¡Agradecemos desde aquí su testimonio!
He crecido con, en y desde la Eucaristía desde mi infancia en la que acudía muchos días dos veces (en el cole y en la parroquia como monaguillo), experimentaba una atracción fuerte en ese “misterio” que combinaba palabras y gestos realizados con unción, ternura y fuerza, que me hacían desear a Jesús que se me daba bajo forma de pan y desear entregarme con Él, aunque no podía ni intuir cómo. El día de mi primera comunión, tras recibir a Jesús le dije: “Tú me entregas tu vida, yo te entrego la mía”…y hoy sé que eso fue más suyo que mío, y que me tomó la palabra.
Pronto vino el subrayado de “Banquete Pascual” por una experiencia eclesial. Hacer fiesta, celebrar ese amor tan grande y concreto de Jesús que entregaba su vida para que yo/nosotros/todos tuviéramos vida. Y era verdad, pues muchas veces acudía sin vida, sin alegría y salía contento y con ganas de vivir, agradecido por este “maravilloso intercambio”. Celebraba en una comunidad donde los demás no eran anónimos, desconocidos y donde compartíamos no sólo la fe sino la vida recibida y celebrada.
Estudiando un poco me hizo mucho bien la expresión “Zikkarón”, memorial, actualización…vivir la entrega de Jesús en esa intimidad con Él cada día, vivir la urgencia que tenía Él de incorporarme a su entrega al Padre, pero no sólo a mí, a toda la humanidad de todos los tiempos, cada día, cada vez que se celebraba su única Eucaristía.
Y así otras cosas. Para contestar la pregunta ¿Qué es para ti la Eucaristía?, me ha salido esto primero, porque sé que todo esto me sigue acompañando. Le he pedido al Señor una palabra desde la que pueda expresar hoy una respuesta. Me ha dado esta: LA EUCARISTÍA ES PARA MÍ PROVOCACIÓN.
- Pues me siento llamado a estar con Él y ser enviado, porque soy amado y Jesús quiere no sólo darme su Vida, sino vivir todo lo mío conmigo. Eso me hace acudir con alegría, con ganas, con deseo, más allá de mis cansancios, mis pecados, mis miedos y barreras. Jesús quiere hacerme suyo, gratis. Su deseo tira del mío. Salir de mí para entrar en lo suyo.
- Es provocación porque me invita a despojarme de lo que no es vida en mí, reconociendo mis pecados y sobre todo confesando su misericordia. Qué descanso y que alegría experimentar la incondicionalidad de su amor.
- Es provocación cantar su Gloria, para mí que tantas veces busco la aprobación de los demás. Esto me coloca en mi lugar de criatura y reconduce el sentido de mi vida: agradar al Padre con Jesús.
- Es provocación porque su Palabra es luz, verdad, promesa que se cumple…provoca vida y fe. Reconocerle en la palabra, reconocerme en ella también, provocación a darle la primacía en mi vida, dejarme hacer por su poder que transforma, sana y salva, dando plenitud, llevándome más allá de mí.
- Es provocación en la que vivo algo suyo, una mirada diferente sobre el otro que se me da aquí, para llevarla a la vida. El otro tiene que ver conmigo y con Él, es hermano. Ahí vivo un poco el mirar al otro como Él me mira a mi. Dicho sea de paso, es escuela para educar los sentidos.
- Es provocación con los gestos del pan: “Tomó el pan y lo bendijo”, tomar con la suya mi vida y bendecir al Padre en lo que es y lo que soy, tantas veces que no me miro bien…”lo partió y lo repartió”, tomar conciencia del secreto de vivir, la entrega, tantas veces que me la reservo…
- Es una provocación a la fe: ver pan y confesar que es Jesús, como pasa en la realidad, en la que me siento llamado a confesarle, aunque vea otra cosa, descender a la hondura, toda realidad preñada de su presencia.
- Es provocación en la pedagogía de la liturgia, que me abre a la iglesia, a toda la humanidad, a no vivir lo de Jesús como un intimismo. Incluso nos abre al cielo en una misma liturgia viviendo con gozo la presencia viva de los que nos esperan, y la comunión con los que nos preceden. Garantía para mí de que el amor es más fuerte, de que la muerte es vencida, de que el amor no acaba con la muerte.
- Es provocación en la Comunión porque se trata de un Dios que no nos da cosas, sino que se nos da Él mismo, Todo. Que me y nos comulga, que nos hace suyos, mostrándonos que Él es mi/nuestro lugar, donde encontrarnos y encontrarme, desde donde vivir las relaciones. Dejarme hacer para ser lo que comulgo.
- Es provocación porque es envío: ir a dónde Él quiera, como quiera y con sus modos…porque Él precede y viene.
- …
Gracias por la Eucaristía. Por Cristo, con Él y en Él, al Padre en el Espíritu.
Imagen: Josh Applegate, Unsplash

Gracias por este rico compartir. Pone palabras donde otros podemos no tenerlas
Es una bendición escucharnos unos a otros, sí. Una gran bendición que agradecemos hoy a este hermano sacerdote.