fbpx

Resonancias de Encarnación (IV)

En este tiempo celebramos la Encarnación de Jesús. Que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, se ha hecho uno de nosotros, y nos ha mostrado así cómo se vive la vida humana. Por eso, una y otra vez venimos al evangelio a mirar cómo ha vivido Jesús para aprender cómo se vive al modo de Jesús. Nuestro modo de ser humanos ya lo conocemos bastante, en lo que da de sí y en lo que se queda corto. Jesús se ha hecho hombre y ha vivido entre nosotros para que veamos cómo se vive la vida humana cuando esta se deja conducir por el Espíritu de Dios.

Si te parece, con ocasión de este tiempo de Adviento vamos a venir a contemplar algunos flashes de la vida de Jesús para pedir después al Espíritu que haga en nuestra vida al modo de Jesús.

Hoy continuamos con la carta a los Gálatas que veíamos la semana pasada. No lo que Pablo nos anuncia, sino lo que Pablo ha respondido a Jesús en virtud de esta liberación: Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. Gál 2, 19b-20

Qué curioso, qué desconcertante, qué estremecedor que la libertad dé lugar a un vivir crucificado, ¿no te parece? El otro día terminábamos hablando de que solo la libertad nos permite amar a Dios. Y es que, viendo a Jesús, el Inmensamente Libre e Inmensamente Amor, atado en una cruz para liberarnos, ¿no sale desear, como la mayor libertad posible, amar tanto que tú también te dejes crucificar por él? Claro, si ves esto también ves que ese dejarse crucificar es vivir en respuesta al amor de Jesús. El Amor se deja atar a la cruz por nuestro pecado, y Jesús se entrega de este modo porque en este Amor que se entrega a sí mismo, nos libera del pecado que nos ata.

Como decíamos en una entrada anterior hablando de Pedro: ¿qué ha tenido que vivir Pablo en el contacto con Jesús para decir estas palabras? Su respuesta, en la que conviene detenerse, nos indica una vivencia profunda que nos transmite mucho de quién es Jesús para él.

No intentes entenderlo. Activa tu fe, la que tengas, y pide a Dios lo que te falte para creer. En esta Buena Noticia, liberadora sobre todas las demás, se encuentra la vida. Jesús se ha encarnado para traernos la vida, y ese Amor que nos lleva a reconocerlo en medio de nosotros siéndolo Todo, pleno de vida eterna; ese Amor que nos lo presenta lleno del Espíritu, haciendo el bien y liberándonos del mal; ese Amor que nos trae la liberación definitiva y nos otorga la condición de hijos, nos ha traído la vida a través de la cruz. Por esta razón, los que le aman, los que desean vivir con él, como él, para él, viven también crucificados, en respuesta a su amor, sabiendo que el amor que asume nuestro dolor es el amor que salva. Así, la vida cristiana es respuesta al Amor de Jesús, y esa respuesta tiene como signo una vida semejante a la de Jesús, por la acción del Espíritu en nosotros.

Su pasión y su muerte y su resurrección también las celebramos dentro de la Encarnación de Jesús. Porque Jesús se ha hecho hombre, esta vida magnífica que él ha vivido y que el Espíritu puede y quiere realizar en nosotros es la respuesta, gozosa, amante, crucificada y fecunda, a la vida que hemos conocido en Jesús.

Imagen: Daniel Gregoire, Unsplash

Deja aquí tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al enviar aceptas la política de privacidad. Los datos que proporciones al enviar tu comentario, serán tratados conforme la normativa vigente de Protección de Datos y gestionados en un fichero privado por Teresa Iribarnegaray, propietario del fichero. La finalidad de la recogida de los datos, es para responder únicamente y exclusivamente a tu comentario. En ningún caso tus datos serán cedidos a terceras personas. Consulta más información en mi Política de Privacidad.