fbpx

Dejarse enseñar por Jesús (I)

Entre tanto, miles de personas se agolpaban pisándose unos a otros. Él se dirigió primero a los discípulos: —Guardaos de la levadura –o sea, de la hipocresía– de los fariseos. Nada hay encubierto que no se descubra, nada oculto que no se divulgue. Pues lo que digáis de noche se escuchará en pleno día; lo que digáis al oído en la bodega se proclamará desde las azoteas.   A vosotros mis amigos os digo que no temáis a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Os indicaré a quién debéis temer: temed al que después de matar tiene poder para arrojar al fuego. Sí, os repito, temed a ése. ¿No se venden cinco gorriones por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. En cuanto a vosotros hasta los pelos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo, que valéis más que muchos gorriones. Lc 12, 1-7

Lo primero que quisiera que tuviésemos presente en estos textos del capítulo 12 es que vamos a escuchar a Jesús, la Palabra de Dios que es, que nos trae verdadera vida. Aunque para ello tengas que dejar caer otras opiniones autorizadas o más comprensibles para ti. Ábrete a escuchar a Jesús, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Se nos dice que hay mucha gente que quiere escucharle. Aquí se nos hace patente el atractivo que tiene Jesús. Hay mucha gente que reconoce este atractivo, y este es el primer paso para escuchar a Jesús. Ahora, vamos a darle este valor absoluto, como nos permite la fe, a sus palabras.

Con esto se nos dice que atendamos a lo que importa: a veces vemos esa mentira de nuestro corazón, el que nos hace ver la hipocresía de los fariseos sin defendernos de ella o la verdad o la mentira de nuestros corazones. Aquí no se habla de “secretitos” cuando se nos dice que lo que digáis de noche se escuchará en pleno día; lo que digáis al oído en la bodega se proclamará desde las azoteas. Lo que se nos está diciendo es, igual que en la referencia a los fariseos, que hemos de cuidar que en nuestro interior no anide la mentira; que no seamos hipócritas, aparentando una virtud o un amor a Dios que no es. Todo esto saldrá a la luz, y nosotros hemos pedir a Dios que nos ilumine para conocer la verdad y vivirla. Dios lo ve todo.

Y sigue hablándonos, a nosotros sus discípulos, los que queremos seguirle, nos dice a qué es lo que hemos de tener: .   A vosotros mis amigos os digo que no temáis a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Os indicaré a quién debéis temer: temed al que después de matar tiene poder para arrojar al fuego. Sí, os repito, temed a ése. Nos dice que no estemos tan atentos como lo solemos estar al peligro visible, a la amenaza visible, sino al mal oculto e insidioso que es la causa de todo mal. A lo que hemos de temer es a la tentación que puede dar muerte a nuestro espíritu: el miedo, la duda, el deseo de poder o cualquier otra forma de apropiación. Dios nos dice cómo hemos de mirar.

Nos dice a qué hemos de temer, y nos dice que cuando nuestro corazón esté en la verdad, unido a Dios, vivamos desde la confianza. La confianza en que Dios no olvida a ninguna de sus criaturas. Y su insistencia en que no temamos nos enseña otro modo de estar en la vida que es bien diferente del nuestro. Ese es el que tenemos que desear, ese es el que hemos de abrirnos a vivir.

Imagen: Matt Hoffmann, Unsplash

Deja aquí tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al enviar aceptas la política de privacidad. Los datos que proporciones al enviar tu comentario, serán tratados conforme la normativa vigente de Protección de Datos y gestionados en un fichero privado por Teresa Iribarnegaray, propietario del fichero. La finalidad de la recogida de los datos, es para responder únicamente y exclusivamente a tu comentario. En ningún caso tus datos serán cedidos a terceras personas. Consulta más información en mi Política de Privacidad.