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Dejarse enseñar por Jesús (IV)

A [sus] discípulos les dijo: —Por eso os digo que no andéis angustiados por la comida para conservar la vida o por el vestido para cubrir el cuerpo. La vida vale más que la comida y el cuerpo más que el vestido. Observad a los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen graneros ni despensas, y Dios los alimenta. Cuánto más valéis vosotros que las aves. ¿Quién de vosotros puede, a fuerza de cavilar, prolongar su vida un poco? Pues si no podéis lo mínimo, ¿por qué os preocupáis de lo demás? Observad cómo crecen los lirios, sin trabajar ni hilar. Os aseguro que ni Salomón, con todo su fasto, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy crece y mañana la echan al horno, Dios la viste así, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! No andéis buscando qué comer o qué beber; no os angustiéis. Todo eso son cosas que busca la gente del mundo. En cuanto a vosotros, vuestro Padre sabe que os hace falta. Basta que busquéis su reinado y lo demás os lo darán por añadidura. Lc 12, 22-31

En la entrada anterior, el texto que precede a este que tenemos para hoy, Jesús llamaba “¡Necio!” al que intenta ser rico para sí mismo, en vez de ser rico para Dios. Desde esta enseñanza enlazamos con la que tenemos para hoy.

Como decíamos la semana pasada, las enseñanzas de Jesús contrarían nuestra lógica, nuestro deseo de posesión, nuestro modo de contemplar la vida. Para enseñarnos, Jesús nos lleva a contemplar a los cuervos, que son alimentados por Dios. Y nos dice cómo nosotros valemos más de ellos, a la vez, nos dice, que no podemos lo que ellos: ¿Quién de vosotros puede, a fuerza de cavilar, prolongar su vida un poco? Pues si no podéis lo mínimo, ¿por qué os preocupáis de lo demás? No es cavilar ni preocuparnos lo que nos va a dar la vida, sino que es Dios el que nos da la vida.

Y no solo esto: no solo es que no podemos prolongar nuestra vida un poco a fuerza de cavilar, sino que el que alimenta a los cuervos y viste a las aves, nos dice que no podemos lo mínimo. Si tenemos experiencia de esto, ¿cómo no incorporamos esta experiencia y creemos  lo que nos está enseñando Jesús? Jesús nos dice que no hemos de angustiarnos, que es lo que haces cuando no tienes fe. Cuando tienes fe, ves el amor de Jesús, que está siempre amándote, siempre a tu lado, proveyéndote de todo aquello de lo que verdaderamente tienes necesidad.

Contempla la ternura con la que Jesús nos dice no os angustiéis. Reconoce tu angustia, esa que proviene del intento de gestionar tu vida desde tus proyectos o desde tus fuerzas o desde tus delirios. Ábrete a creer su palabra, la que nos enseña el camino de la vida: vuestro Padre sabe que os hace falta. Basta que busquéis su reinado y lo demás os lo darán por añadidura.

Confiar es el camino de los que, como nosotros, no podemos ni lo mínimo.

Imagen: Jeremy Yap, Unsplash

2 comentarios en “Dejarse enseñar por Jesús (IV)”

  1. Contempla la ternura con la que Jesús nos dice no os angustiéis. Reconoce tu angustia, esa que proviene del intento de gestionar tu vida desde tus proyectos o desde tus fuerzas. …”vuestro Padre sabe que os hace falta. Basta que busquéis su reinado y lo demás os lo darán por añadidura. Confiar es el camino de los que, como nosotros, no podemos ni lo mínimo”. Esto es lo que me “resuena” hoy. Re- cordar la ternura de Jesús, buscar-lo, a-cercarme a su Reino y que sea junto a Él, su camino y mi camino…

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