Habíamos empezado a comentar, no sé si recuerdas, las bienaventuranzas… Hoy Jesús nos empieza a contar cómo mira él la vida, a qué llama dicha… contrástalo con lo que ves tú, con lo que miras y vives tú…
¡seguro que encontráis mucho de qué hablar!
Dichosos los perseguidos por hacer la voluntad de Dios, porque de ellos es el reino de los cielos.
Otra forma en que Dios se une a nosotros es la del sufrimiento que padecemos cuando queremos hacer su voluntad. Cuando vivimos así, nos asemejamos al Hijo, que ha sido perseguido, en último término, por ser idéntico al Padre, por manifestar a Dios y querer lo suyo, diciendo que no al mundo. Los que viven como él, los que consienten como él (en su medida), reconocen que Dios es más y mejor que todo lo demás que existe, y lo manifiestan aceptando ser perseguidos por su fidelidad, por su deseo de amarle. Los que padecen persecución por amor de Dios, como los pobres de espíritu que tampoco viven aferrados a nada, recibirán el reino de los cielos, esto es, serán recibidos en ese mundo en el que Dios, al que han querido adorar con sus personas y su vida, reina. Habitarán allí donde Dios colmará su deseo de que Dios sea su único deseo, su único afán, el único al que servir y amar en todo.
Dichosos seréis cuando os injurien y os persigan, y digan contra vosotros toda clase de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque será grande vuestra recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Para estas alturas, seguro que no lees las bienaventuranzas en clave de masoquismo. Tampoco en clave de esfuerzo –ya hemos dicho al principio que este es el programa que Jesús nos viene a ofrecer, que realizará en nosotros si le escuchamos, si vamos con él, si le seguimos por donde nos lleve-, y menos, en esta última bienaventuranza. En esto de la persecución, las injurias y las calumnias, permanecemos porque Jesús está con nosotros sosteniendo aquello que no podamos llevar. Y fíjate que aquí no dice solo “dichosos”, sino que dice que cuando te pasen estas cosas, te alegres y te regocijes, porque tu camino es el camino de los profetas… y por lo que sabemos, el de Jesús y el de muchos hombres y mujeres que han seguido sus pasos.
Y si no te alegras y te regocijas porque te persiguen y te injurian, y tampoco te alegras y te regocijas porque seas masoca, y el esfuerzo hace mucho que no sostiene nada, ¿por qué te alegras y te regocijas?
Pues te alegras y te regocijas porque Dios, que ha vencido para siempre, se alegra y se regocija en ti. Porque ya, para siempre, vivir la cruz con Jesús es participar de su victoria. ¡Y su victoria es como para morirse de alegría, porque la victoria es la última palabra, mucho más poderosa que la persecución, las calumnias y todo dolor!
Para estas alturas, seguramente estos modos de dicha no te parecen tan desconcertantes, ¿a que no? Lo son si miramos desde la lógica del mundo, esa en la que solo caben los “triunfadores”, los “exitosos” (entre comillas, ante la duda de si habrá alguno). En cambio, cuando miramos al mundo con la mirada de Dios (para lo cual hemos de ser previamente transformad@s), no vemos solo a esos pocos “ricos”, sino que vemos a todos los seres humanos, a todos los seres de la tierra, transformados por el don de Dios, por la mirada de Dios, por su amor o su deseo inmenso de unirse a nosotros, a esos que pasarán a llamarse “dichosos”, no por alguna cosa parcial que les haya salido bien, sino porque el mismo Dios viene en persona, en sus dones, en aquello en lo que han sido despojados, a darles su vida.
Jesús, que ha vivido de otro modo esa vida que llamamos “vida humana”, nos pone como horizonte, a partir de este discurso programático, su vida, y quiere que sea la nuestra.
Ahora te traigo a gentes -personas, grupos- que viven así:
Los perseguidos por hacer la voluntad de Dios
Recogemos a continuación el informe de “Open Doors”, una organización que trabaja en favor de la libertad religiosa. En el informe presentado en 2017, afirma que aproximadamente 215 millones de cristianos están perseguidos en el mundo, y la lista va en aumento[1]: Corea del Norte está a la cabeza en la lista mundial de persecución por decimosexto año consecutivo por un “régimen dictatorial sin precedentes en su hostilidad” hacia los cristianos. De hecho es el país donde más peligroso es tener una biblia porque supone “con casi total seguridad el traslado a un campo de trabajo forzoso, en muchos casos no solo a nivel individual, sino para toda la familia”, también donde más difícil es tener un entierro cristiano y en donde los cristianos sufren más acusaciones de blasfemia ya que no arrodillarse ante las estatuas de la familia Kim es considerado como tal.
En países como Somalia, Afganistán, Yemen y Maldivas las autoridades y las tribus, familias y clanes toman como responsabilidad personal matar al cristiano si encuentran una biblia en su posesión.
En Maldivas, por ejemplo, según precisa el informe, tan solo se puede practicar el cristianismo si se es extranjero y bajo estrictas regulaciones por lo que “es imposible enterrar a un familiar de manera cristiana y vivir para contarlo”.
Yemen está en el puesto 9, mientras que en el informe del año pasado ocupaba el puesto 11. Según precisa Boyd-MacMillan, en este país “la conversión a otra religión puede ser castigada con la muerte. Los cristianos han sido controlados activamente y asesinados por milicias musulmanas suníes. La guerra ha causado un fuerte cambio y aumento de la persecución y ahora los perpetradores son mayormente los extremistas islámicos”.
Según los datos de este nuevo estudio, la mitad de esos 215 millones de cristianos perseguidos se concentra en India, Etiopía, Nigeria y China. Solo en Asia hay unos 100 millones de cristianos perseguidos.
Cuando os injurien y os persigan, y digan contra vosotros toda clase de calumnias por causa mía
Asia Bibi[2] fue condenada a muerte por ahorcamiento y a una multa de 300.000 rupias el 8 de noviembre de 2010 por haber hablado del profeta Mahoma, algo que el tribunal ha considerado una blasfemia. Todo ocurrió un domingo de junio de 2009, cuando, durante un día de trabajo en una cosecha a más de 45 grados de temperatura, Bibi se acercó al pozo a beber agua y utilizó el mismo vaso que empleaban las mujeres musulmanas. Cuando se disponía a pasar el vaso a otra mujer, otra exclamó que no podía beber de ese agua por ser ‘haram’, es decir, “impura”. Asia Bibi explica que la mujer empezó a decir que ella, cristiana, había mancillado el agua del pozo bebiendo de su vaso y reintroduciéndolo en el pozo varias veces.
Entonces, tal y como cuenta en el libro ‘¡Sacadme de Aquí!’, decidió “por una vez” defenderse y dijo: “Me da la impresión de que Jesús tendría un punto de vista diferente al de Mahoma sobre la cuestión”. “¿Cómo te atreves a hablar por boca del profeta, bestia inmunda?”, le contestaron las otras, según cuenta Bibi. Después de esto, afirma que la escupieron, empujaron y tiraron al suelo gritándole “puta” y “sucia”.
Actualmente, Bibi permanece encarcelada en un módulo de aislamiento de la cárcel de Sheikhupura en Pakistán, a la espera de que ejecuten la pena capital a la que ha sido condenada. Además, desde su condena a muerte en noviembre de 2010, dos miembros del Gobierno de Pakistán –el ministro de Minorías Shabhaz Bhatti y el gobernador de la región del Punjab, Salman Tasser— han sido asesinados por pedir la libertad de Asia Bibi.
[2] http://www.hazteoir.org/noticia/50202-oracion-y-peticion-libertad-mensaje-asia-bibi-prision
Y tú, ¿cómo te sitúas ante las bienaventuranzas después de este recorrido? ¿Qué mirada despiertan sobre nuestro mundo, sobre la presencia de Dios en él? Si quieres, nos lo cuentas en los comentarios.
La imagen es de Nathan Dumlao, Unsplash