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La ley, la fe, el más (III)

Seguimos con las antítesis de Mateo que veíamos la semana pasada. No voy a comentarlas una a una, sino que a partir de la que veíamos la semana anterior, vamos a detenernos ahora en los criterios de discernimiento para atenderlas a todas.

Las antítesis se encuentran en Mt 5, 17-48. Te voy a dar los criterios de discernimiento que te ayudarán a detenerte en ellas, una a una. Después, tú mism@ verás cuál se ajusta más al momento en que te encuentras.

  • Lo primero es que tengas en cuenta dos miradas a la vez –“un ojo puesto en el camino y otro en lo por venir”, dice Silvio Rodríguez-: las palabras de Jesús como horizonte al que dirigirte; y el reconocimiento lúcido del punto en el que te encuentras, con toda la verdad que te sea posible: tienes conflictos graves que no quieres o no sabes resolver; vives alguna separación que rompe la comunión; tu corazón está en paz en lo profundo, y priorizas la comunión sobre todo lo demás.
  • Una cosa que queda clara, después de escuchar a Jesús, es que no tenemos derecho a querer mal al hermano, ni de modo grave ni de modo leve. Esto no se refiere a reacciones espontáneas que no cogen el corazón (el propio Jesús se ha enfadado con los fariseos y no ha dejado de amarles), sino a aquellas ocasiones en que tu corazón rechaza a tu hermano, no ama, dando lugar a la separación entre los hermanos.
  • Por eso, lo que hemos de hacer es vigilar nuestro corazón atendiendo a lo que hay en el fondo. Y luego, más exigente todavía porque no pone el peso en nosotros sino en lo que el hermano piense (si tu hermano tiene algo contra ti), atendiendo por tanto no solo a que el corazón se encuentre en comunión, sino a que mi hermano se sienta bien mirado.

Puede que llegados a este punto pienses, dado que la exigencia supera nuestra capacidad de amar –y también de captar, de comprender- que esto es imposible para los hombres (Lc 18, 27). A la vez, podemos dar gracias porque hemos entendido que la vida a la que Jesús nos llama no es posible por nuestras fuerzas, que nuestro amor no da… es el Espíritu, el mismo que lleva a Jesús al desierto, quien lo puede hacer en nosotros.

Y a la vez que este cuidado del corazón, nos dice Jesús, mucho sentido común: si ves que te pueden meter en la cárcel, intenta ponerte a bien con tu adversario mientras vas de camino, que de la cárcel no saldrás hasta que hayas pagado el último céntimo. En el corazón, amor apasionado que no tolera la división. En los conflictos del día a día, sentido común y gente espabilada para que no llegue lo que no queremos que llegue.

Ahora, puedes seguir tú. Ya has visto cómo se hace. Quién es el que tiene autoridad para pedirnos esto –el que quiere y puede realizarlo-, qué nos dice -cuál es el más a que nos llama-, y cuáles son los modos de articularlo –el hacia dónde vamos desde donde nos encontramos, para poder así responder a Jesús según la vida que nos llama a vivir. Una vida que realizará en nosotros el Espíritu de Dios, si creemos en que Jesús nos llama a este más.

Que el trabajar con estas palabras de vida transforme tu vida y la haga al modo de Jesús, para que despliegues plenamente lo que estás llamad@ a ser como hombre, como mujer: alguien que encarna, en medio de nuestro mundo, la presencia de Jesús.

Como sabes, esta semana es especial para nosotr@s los cristianos. Ojalá la vivamos unidas a Jesús y a los hermanos. Por eso, el orden de las entradas va a ser un poco distinto. Te lo dejo aquí anotado. 

Yo colgaré una entrada cada día el jueves, viernes y sábado santo, y otra el domingo de resurrección. Las colgaré un poco más tarde de lo normal, hacia las 10.30. No colgaré, en cambio, nada el lunes 2, y luego volveremos al ritmo normal el jueves 5, cuando encontrarás la entrada del domingo siguiente. 

Que este tiempo de Pascua te transforme y te haga nuev@, al modo de Jesús. 

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