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“No te mueras sin conocer a Jesús de Nazaret”

Últimamente se están dando cerca de mí algunas conversaciones acerca de una cuestión bien interesante: “qué es el sentido para ti”. Hay personas a las que les cuesta concretarlo. Algunas no saben muy bien cuál es ese sentido por distintos motivos, que van desde el querer encontrar algo perfecto, o no reconocer como sentido cosas concretas que están siendo importantes en su vida hasta el no reconocer o no haberse planteado esta cuestión de cuál sea sentido en la vida, sin más -ni menos-.

De las respuestas que he escuchado ha habido algunas, una en concreto, que me ha llegado especialmente. Es la de un muchacho que me decía que, para él, el sentido es algo que quisiera decir a los demás: “No te mueras sin conocer a Jesús de Nazaret”. El contexto en que lo decía es el de estar viendo entre sus amigos, entre su gente, que durante un cierto tiempo encontramos sentidos parciales, conscientes o no: divertirnos, o el trabajo, o la pareja o los hijos… que a menudo nos llevan mucho tiempo de implicación pero que luego suelen quedarse a un lado. No porque no sean importantes o porque desaparezcan, sino porque necesitas verlos de otra manera, o no te bastan. Me decía que una vez que esos sentidos se han asentado -no siempre porque eso en que te has implicado salga como queremos, o porque siempre salga bien, sino porque encontramos eso que buscamos en ellos o porque descubrimos que no lo vamos a encontrar más-, el hecho es que necesitamos ir más allá. Algunos podemos desear, conscientes o no, eso que no me da sentido parcialmente y por un tiempo, sino que nos preguntamos si no puede haber algo que me da sentido totalmente. Eso que no me da sentido por mi esfuerzo, sino que me da sentido porque sí. Que no me da sentido en una parte de la vida, sino que da sentido a toda la vida.

Este muchacho que me hablaba de estas cosas, Jorge lo vamos a llamar, me decía que él se ha dado cuenta de que llega un momento en la vida, muchas veces en la mitad de la vida y otras veces más tarde, en que no te basta con esos sentidos parciales sino que necesitas algo más, algo que te llene como la lluvia al caer, empapándote del todo, alcanzando a todo lo que eres. Ahí es donde Jorge, que ha hecho este mismo camino, descubre lo que le da sentido a él. Lo que a él le da sentido es decir a los demás esta frase, con todo lo que implica: “No te mueras sin conocer a Jesús de Nazaret”.

Jorge sabe de la alegría que da tener cosas que te llenen mucho, de lo que llena un trabajo bien hecho y que sirva a los demás, y lo bueno que es tener hijos y alguien a quien querer, pero dice a la vez “esto no basta”. No sé por qué, pero no basta. Y lo que llena desde hace tiempo, y le llena de otra manera que lo de antes, es desear para los demás ese “No te mueras sin conocer a Jesús de Nazaret”.

Porque te puedes morir sin tener hijos o sin tener un amigo verdadero, o sin conocer la estabilidad económica o sin conocer el mar. Y te puede dar pena, pero no te pierdes nada. Pero si te pierdes el conocer a Jesús de Nazaret, te pierdes mucho.

¿Es grande este deseo, verdad?

Esto habla de que Jorge ha descubierto cuál es el sentido de su vida, y que ese sentido le va a iluminar en las cosas que haga. Y también habla de que ese sentido de su vida no es algo que se quede en él, sino algo que percibe como deseo profundo para otros. Algo que sabe por experiencia -de ese modo que sabes que esto, que es tan bueno para ti, también lo sería para todos- que puede llenarlos enteramente. Esto habla también de que el sentido último, por su propia naturaleza, por su propio dinamismo nos lleva más allá de nosotros. En este caso se da una tensión preciosa entre querer que lo tuyo sea para los demás y quererlo desde un profundo respeto y amor a esos otros a quienes se lo deseas. Se da la paradoja de que tu modo de desearlo para ellos, siendo intenso y poderoso, no es desde tu voluntad que se impone, sino que limpiamente mira a los otros, queriendo lo mejor para ellos.

Seguro que te ha ha pasado alguna vez que una persona hace un viaje y te dice “no te puedes morir sin hacer este viaje”, y a ti eso no te dice nada porque viajar no te interesa, ya lo has hecho y no te aporta nada, y además ves que la persona te lo dice desde lo que a ella le gusta, y no para ti.

Aquí no pasa esto. Este deseo “No te mueras sin conocer a Jesús de Nazaret”, aunque se podrá vivir mal, porque siempre cabe que alguno quiera imponerse con esto también, es un deseo que desea mucho en favor de las otras personas, sabiendo que a todo aquel o aquella que lo descubra, esta experiencia le dará sentido, porque no es cuestión de gustos sino mucho más. A la vez, lo deseas desde la profunda impotencia de quien sabe que “yo te lo puedo decir, pero no puedo hacer nada más que anunciártelo para que esto se dé en tu vida, no va de razonar ni de imponerse”, y eso que me vincula a la otra persona, me vincula también a Dios, a quien se lo pido cuando estoy deseándolo para esta persona.

Yo también me sumo al deseo de Jorge, a este deseo que le da sentido y que reconoce como fuente de sentido para muchos: “No te mueras sin conocer a Jesús de Nazaret”, que es la Vida y te colmará de vida. Que lo haga Dios en cada una, en cada uno, a su modo, y nos colme de dicha.

Imagen: Gian Cescon, Unsplash

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