Hablamos con diversas personas que nos contarán su vivencia de la Eucaristía. Hoy es Alejandra la que nos hace este regalo.
Hoy he querido hablar con el Señor sobre la Eucaristía. Siempre me ha ayudado releer las cosas que vivo, y eso hicimos los dos esta mañana. Yo le contaba que, muchas veces, para mí la Eucaristía, era un rito, algo que se repetía pero que no tenía mayor sentido. Había que ir porque era domingo y ya; en otro momento de mi vida, dejó de importarme. Me estresaban los sacerdotes que, con su homilía, regañaban o se desahogaban. Sin embargo, “algo me atraía”. Un día, sin pretenderlo, cuando iba a comulgar, le pregunté al Señor: “¿En realidad estás en la hostia o esto es solo un invento?”
¡¡¡Dios!!! Es impresionante cómo, en mis fragilidades y razonamientos, me has permitido caminar para hoy reconocer, con humildad y alegría, que te descubro en la Eucaristía como presencia, como manifestación de la misma vida. Estás, vives. Hoy puedo afirmar que reconozco tu presencia, porque estás en mi vida diaria. Porque aprendí que no es solo un momento, sino la vida que se entrega y se confía. Te escucho de manera especial,en tu Palabra y en la consagración; mi momento especial. Porque allí te presento a las personas que amo y a las que creo que me pides amar un poco más. Podríamos decir que es el momento del amor, de la entrega. Yo te recibo y creo que recibes lo que, desde mi deseo de amarte, te entrego. Me emociona leer el Evangelio antes de llegar a la Eucaristía, creo que así los dos sabemos de qué vamos a hablar en el encuentro. Por eso, y por todo lo que a veces no se puede describir, sé que en la Eucaristía, eres Tú. Por favor, Señor, sigue regalándome la gracia de caminar contigo para que yo no vuelva a buscar otros horizontes y te aleje de mí.
Imagen: Sergey Kotenev, Unsplash