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Resonancias de Encarnación (I)

En este tiempo celebramos la Encarnación de Jesús. Que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, se ha hecho uno de nosotros, y nos ha mostrado así cómo se vive la vida humana al modo de Jesús. Por eso, una y otra vez venimos al evangelio a mirar cómo ha vivido Jesús para aprender cómo se vive la vida tal como él la ha vivido. Nuestro modo de ser humanos ya lo conocemos bastante, en lo que da de sí y en lo que se queda corto. Jesús se ha hecho hombre y ha vivido entre nosotros para que veamos cómo se vive la vida humana cuando esta se deja conducir por el Espíritu de Dios.

Si te parece, con ocasión de este tiempo de Adviento vamos a venir a contemplar algunos flashes de la vida de Jesús para pedir después al Espíritu que haga en nuestra vida al modo de Jesús.

Para venir a esa memoria viva de Jesús que queremos que nos acompañe en este tiempo, vamos a escuchar a Pedro, que ha vivido con Jesús y ha experimentado el atractivo, la fuerza, la vida que emanaban de él.

Lo vamos a ver con un texto del evangelio de Juan. En este capítulo, en un discurso poderoso y profundo que se llama “discurso del pan de vida” que recorre prácticamente todo el capítulo 6, Jesús se propone a los judíos que le siguen y a sus discípulos como el pan de la vida, alimento imprescindible para la vida eterna: El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él (Jn 6, 55). Los judíos se escandalizan al escucharle, hasta el punto de que muchos de ellos se alejan de él en este día. Jesús, llamándolos a la vida, les reta a creer en él por causa de esa propuesta estremecedora (y lo es de verdad, hasta el punto que solo la fe puede llevarnos a creer en lo que Jesús dice).

El caso es que Jesús, viendo que muchos de los que le seguían se marchan, dice entonces a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Y Pedro le responde: Señor, ¿a quién iremos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Jn 6, 68-69.

Cuánto amor y cuánta fe hay en la respuesta de Pedro. Fíjate que no se nos dice que haya entendido más que los demás. De hecho, si ha entendido lo que entienden los demás -comer mi carne y beber mi sangre-, se ha escandalizado como ellos. Pero, a diferencia de los que no creen, en esta hora Pedro se centra más en Jesús. Si Jesús dice que es así, Pedro cree en Jesús. No es que se le haga fácil o claro lo que Jesús dice. Pero la fe en Jesús es tan poderosa en él que le ha llevado a conocer que Jesús es el Santo de Dios. Y si Jesús es el Santo de Dios, la propuesta de vida a la que nos llama es una propuesta al modo de Dios, y lo nuestro es seguirle, aunque nos resulte enorme lo que propone. La fe de Pedro en Jesús es tal que ha llegado a conocer que Jesús lo es Todo. Y si Jesús lo es todo, no tienes otro lugar a donde ir. Como le dirá: Tus palabras dan vida eterna, y eso tiene un sabor que ningunas otras palabras tienen. En ti hemos conocido que lo eterno se hace presente en el tiempo, entre nosotros, aquí, contigo. Hemos conocido que tú eres todo y que en ti se conoce todo lo que el ser humano anhela para vivir. No hay otro al que ir, ¿a quién iríamos, después de haberte conocido a ti? La fe y el amor nos clavan en tu presencia, la esperanza nos dice que un día comprenderemos lo que ahora nos resulta oscuro, porque contigo, todo se ilumina. Tú eres la Luz.

¿Qué ha tenido que vivir Pedro en el contacto con Jesús para decir estas palabras? Su respuesta, en la que conviene detenerse, nos indica una vivencia profunda que nos transmite mucho de Jesús.

En este tiempo en que celebramos la Encarnación de Jesús te traemos este texto que te puede ayudar a mirar a Jesús. Lo que su humanidad ha sido entre nosotros, para que conozcamos y vivamos el modo de ser hombres y mujeres al modo de Dios.

Imagen: Jr Korpa, Unsplash

1 comentario en “Resonancias de Encarnación (I)”

  1. Buenos días Teresa!!! Qué maravilla de desayuno con esta reflexión.
    A veces,ante la grandeza y misterio de Dios, la duda te amenaza. Siempre che recurrido a la fe de los Santos. a la Palabra.
    Entonces, apareces Tú Señor, con esas Dulces, Tiernas, Cálidas palabras que pones en boca de Pedro:_ ” Señor, a quién iremos?……., Y mi corazón se inunda de Alegría y Paz.
    Tu tienes palabras de Vida Eterna.
    Gracias Señor.
    Ven pronto, no tardes.
    Besos Teresa y familia de hermanos en la fe.

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