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La esperanza de los pequeños

En nuestro día a día escuchamos montones de noticias de pérdidas, de fracasos, de rupturas y de destrozos. Muchos de estos daños vienen de la prepotencia de los ricos sobre los pobres, de los poderosos sobre los pequeños indefensos. Justo lo contrario de lo que pasa en la Biblia, donde los pequeños suplican a Dios y los salva frente a los poderosos (si sabes poco de esto, o nada, léete el evangelio; si tienes poco tiempo, léete el Magníficat, el gozoso canto de María por el modo de hacer de Dios).

Y a veces esta salvación que tantas veces sigue aconteciendo en lo oculto, se realiza ante nuestros ojos. Es la historia de una pequeña isla a la que una multinacional minera quería arrebatarle el 60% de su suelo y tras años de juicios y contiendas, los pequeños han vencido frente a los poderosos. Aquí te dejo el enlace para que ellos mismos te cuenten los detalles:

https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/pequena-isla-gano-comunidad-diminuta-pacifico-ahuyento-multinacional-minera_1_8013536.html

¿Qué tienen estas historias que nos producen tanta alegría? ¿Será que, como somos imagen de Dios, estamos hechos para que nos alegren las cosas que le alegran a él? ¿Será que -puesto que no todos se alegran- hemos hecho algo de camino en este abrirnos a la alegría por los hermanos, y por eso experimentamos alegría? ¿Será que el Espíritu de Dios nos anima, mediante esta noticia, para trabajar en favor de los pequeños en medio de nuestro mundo? Incluso habiendo tantas historias en las que sucede lo contrario -vencen los poderosos arruinando la vida de los pequeños, sigue la injusticia campando por todas partes-, cada una de estas victorias nos abre a la esperanza, a la buena noticia de que Dios sigue actuando y nosotros queremos actuar por Él y como Él.

¿No es el ejemplo de Jesús, que ha venido a habitar entre nosotros, un testimonio de que Dios está con nosotros? Y Jesús no curó a todos los ciegos, ni resucitó a todos los muertos… pero el que lo hiciera nos confirma en esa certeza que Dios quiere para todos: su salvación, que llega sin falta en el momento que él ha previsto.

Así nos dice Pedro, que ha conocido a Jesús y ha sido transformado en la relación con él: “Confiadle todas vuestras preocupaciones, puesto que él se preocupa de vosotros” (1Pe 5, 7). Nos lo dice Pedro, que ha visto a Jesús a su lado en toda clase de situaciones y ha quedado marcado por el signo de su amor crucificado. ¿Cómo no confiar en quien ha dado la vida para que tengas vida? Por eso, tengas lo que tengas, te pase lo que te pase, confía en Jesús. Él no se olvida de nosotros, y a su tiempo, nos traerá el consuelo. Y por el camino, está a nuestro lado, haciendo que todas las cargas estén atravesadas de su cercanía y de su amor.

En el Antiguo Testamento, el que los pequeños vencen sobre los grandes está muy bellamente contada en la historia de David y Goliat (1Sam 17). En el Nuevo Testamento encontrarás esa proclamación de la victoria de los pequeños en las Bienaventuranzas, que proclaman lo que Jesús vive y nos llama a vivir. Están en el capítulo 5 del evangelio de Mateo (Mt 5, 1-12). Jesús se ha hecho uno de nosotros, ha asumido nuestra pequeñez y nos ha mostrado la liberación que se contiene en ella, tan opuesta a la lógica del mundo, tan magnífica cuando la ves en la vida de Jesús. En su vida que se nos propone para vivir. En su vida que es la plenitud de nuestra humanidad.

Ahora que estamos abriéndonos a celebrar la Encarnación de Jesús, ¿qué mejor que contemplar, en las bienaventuranzas, el modo como Jesús se ha hecho uno de nosotros? De primeras sorprende y hace temer. Si permaneces contemplando y pides al Espíritu ojos para ver y oídos para oír, te abrirás a comprender cosas grandes.

Y si tienes dudas o preguntas, ¡compártelas en los comentarios!

Imagen: Holly Mandarich, Unsplash

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