En estas entradas leeremos el capítulo 19 del evangelio de Lucas. De las muchas cosas que podemos aprender en cada uno de los textos, hay una que es esencial: escuchar esta palabra como Buena Noticia que es, de manera que ilumine y configure nuestra vida al modo de Dios.
En esta entrada y en las que siguen, leeremos la Palabra así, como Buena Noticia.
Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»
Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.» Lc 19, 1-10
Se nos habla en primer lugar de Zaqueo. Un hombre que tiene una serie de capacidades -era jefe de publicanos y rico-; a la vez, tenía una serie de limitaciones en su vida, algunas derivadas de ese puesto de publicanos -por el que también padecerá desprecio-, y sobre todo se nos dice de él que quería conocer a Jesús porque lo que tenía no le bastaba. Vemos que no basta solo con lo que nos llena el tiempo, o con lo que nos distrae, o con lo que nos llena el bolsillo… no nos basta.
En el texto nos encontramos con que Zaqueo quiere conocer a Jesús, y no puede. No puede por su baja estatura, no puede porque necesitaría subirse al sicómoro y “bajar” con ello en la estima o en el respeto de los que le conocen (no lo sabemos, porque de hecho va a subir… pero la limitación y la necesidad de superarla son requisitos para ver a Jesús). Las limitaciones nos hacen superarnos, o despojarnos, para acercarnos a Dios. No es su riqueza ni su ser jefe de publicanos, sino esa superación de la baja estatura, lo que le va a ayudar a acercarse a Jesús.
Ocurre también, en ese proceso de acercarnos a Jesús, que en principio nosotros pensamos, como Zaqueo, que quiere ver a Jesús. Y solo después nos damos cuenta de que lo que deseábamos profundamente era ser vistos por él.
El caso es que Zaqueo sube al árbol y, cuando Jesús pasa por allí, Jesús levanta la vista y lo llama: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Ahora tiene que bajar para dejar a Jesús entrar en su casa. Tiene que ver con abrirse a Jesús, tiene que ver con despojarse de aquello que estorba de lo que le apresaba, y tiene que ver con que te sacudas las miradas viejas, las que lo atacan cuando hablan de Jesús: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.» Antes se amparaba en su ser jefe, se amparaba en sus riquezas para defenderse de los ataques. Ahora se está desprendiendo de esas posesiones y se descubre vulnerable a los ataques. Ahora su fuerza no son las cosas que ha conseguido con sus fuerzas, sino que ahora su fuerza es, y va a ir siendo, Jesús.
Su reacción nos habla de vida nueva, y de vida nueva: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.» Es buena noticia llegar a ser libres y sobre todo, es buena noticia que Jesús nos libere. Es buena noticia que has intuido que Jesús es ese más que estabas anhelando, y ha venido a tu casa y a tu vida a transformarlo todo desde dentro. Es buena noticia el cambio a la hora de usar los bienes, que ya no son signo de esclavitud sino ocasión de bendición para otros.
Esta buena noticia que ha transformado la vida de Zaqueo es confirmada por Jesús: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.» Jesús, el Hijo de Dios, la Buena Noticia hecha carne, ha venido a nosotros a buscar y a salvar lo que estaba perdido, y eso es lo que estamos contemplando hoy en el gozo de Zaqueo, que es el gozo de Jesús.
Esto también, y sobre todo, es Buena Noticia: ¡que Dios sea así!
Pedimos al Espíritu que ilumine y transforme nuestras vidas, en favor de muchos, a la luz de lo que la Palabra que Dios viene a mostrarnos. Que la lectura de esta Buena Noticia te ayude a reconocerla en otros textos también.
Imagen: Jon Tyson, Unsplash