Como hemos visto, Jesús nos cuenta parábolas.
Las parábolas de Jesús se parecen a las historias que a nosotros nos suceden, a las historias que nos imaginamos, a las que nos gustaría que nos pasaran, a las que nos inventamos y a las que creemos que nos pasan. Se parecen porque todas ellas son historias: pedazos de vida en las que algo se explica, se comprende, se anticipa o se sueña.
Se diferencian de nuestras historias en que no han sido relatadas desde esa perspectiva nuestra, a menudo limitada, tantas veces condicionada, o necesitada de oscurecer, o de aportar brillo, o de minimizar el papel de uno de los actores o de engrandecer el de otro… Las parábolas que Jesús nos cuenta contemplan la misma vida desde la mirada de Dios
Que dice sí a todo lo que existe
Que ama lo que ha creado (cf. Sab 11, 24-25)
Que sabe para qué ha sido creado y nos muestra cuál es su sentido
Que mira según la verdad y conoce el signo de cada situación, de cada cosa, de cada persona
Que conoce el sentido de todo
Y dispone del poder para cambiar el signo de la historia
Que, al mirar una realidad, una historia, nos dice su verdad, y su sentido, y su belleza propias, al atravesarlas de Sí.
Por eso, escuchar las parábolas es la actitud básica para acoger el modo de mirar de Dios. Escuchar las parábolas con la fe que requiere esta escucha, implica ponerse a vivir según lo que hemos escuchado, realizando así el Reino.
Las parábolas de Jesús nos introducen y nos abren al mundo en el que Dios reina. Al mundo tal como lo ve Dios.
Te dejo este poema que nos enseña también ese mirar de Dios…
Nos imponen límites
y nos empequeñecemos,
pero vivimos en comunión
con el Ilimitado.
Dudamos de nosotros
y nos devaluamos,
pero vamos
bajo la mirada de la Bondad.
Nos dividimos
nos enfrentamos,
pero todos recibimos la vida
desde la Unidad.
Nos clasificamos
en perfectos y deformes,
pero todos somos habitados
por la Belleza.
Tememos nuestra oscuridad
nos escondemos,
pero somos iluminados
por la Verdad.
¿Quién puede
poner límite
al amor de Dios
por nosotros?
¿Quién puede
ponernos límites,
si solo podemos ser
en el amor de Dios?
- González Buelta, Salmos para sentir y gustar internamente
Imagen: Jordan Steranka, Unsplash