fbpx

Vivir de las palabras y de la vida de Dios (I) 

Venimos a este nuevo encuentro de café-evangelio viene al capítulo 2 del Evangelio de Lucas; el texto que vamos a ver es Lucas 2, 1-20. Lo que estamos haciendo en  esta edición de café-evangelio, es acercarnos a los textos en la clave existencial que empleamos normalmente en mientrasnotengamosrostro; intentamos que te ayude a ver de qué manera estos textos enormes valen para vivir. Y si eso lo podemos decir normalmente de todos los textos del Evangelio, lo podemos decir muy especialmente del de hoy,  porque hoy tenemos el  relato del nacimiento de Jesús, tan precioso que escuchamos en Navidad. Me especialmente interesante que lo escucháramos en  este lunes del mes de octubre, porque nos ayuda a caer en la cuenta de que estos textos enormes también valen para otras cosas que  el escucharlos en el tiempo de Navidad y después ya los dejamos porque no sabemos qué hacer con ellos.

Vamos a leerlo en esta ocasión desde este enfoque más existencial creyente, no existencial a secas. Nunca. Nunca, porque el verdadero sentido de lo existencial nos lo ha dado Jesús al encarnarse y este relato existencial creyente nos va a crear mucha vida. Comenzamos por lo tanto con este versículo 1 del capítulo 2 del Evangelio de Lucas, repito la cita por si no la has cogido Lucas 2, 1-20. Primero nos dice que, Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo a inscribirse en un censo. Este fue el primer censo realizado siendo Quirino gobernador de Siria. Acudían todos a inscribirse , uno en su ciudad. José subió de Nazaret, ciudad de Galilea a la ciudad de David en Judea llamada Belén, pues pertenecía a la casa y familia de David, a inscribirse con María su esposa que estaba encinta. Muchas veces cuando comentamos este texto, caemos en la cuenta de lo mal que les tuvo que venir a José y a María, en lo que nos toca a nosotros, pero a tantas y tantas personas, tener que trasladarse porque un emperador había decidido contar cuántos habitantes tenía su imperio o a cuánta gente tenía dominada o lo que se le hubiera ocurrido hacer, igual con mejores intenciones. Nosotros solemos fijarnos en cómo esto nos estorba, nos perjudica etc.  Sin embargo, cuando podemos salir de esa visión un poco egocéntrica, un poco fastidiada, un poco quejosa y es verdad que puede venir muy mal efectivamente, nos abrimos a otra que cuenta con la realidad, la que dice, esto es lo que toca ahora y tengo que aceptarlo. Tengo que aceptarlo porque un decreto del emperador se impone. No quiere decir que tengamos que aceptar todo siempre necesariamente, hay cosas contra las que nos tenemos que rebelar, sin duda. Hay cosas ante las que nos tenemos que plantar, pero otras efectivamente son así y las tenemos que aceptar. Ahí viene el decir “me abro a esto que toca y creo que Dios va a estar presente en esto tal y como viene”, en esa situación de precariedad grande que es estar de viaje, estando embarazada y encontrarte con que no puedes atender a tu esposa como deseas, con que hay muchísima gente por ahí que no es lo ideal para un nacimiento etc. que Dios que va a mandar un coro de ángeles…. Aceptar la realidad tal como viene ,nos coloca ya como seres humanos en otro lugar, en otro lugar más abierto y confiado, porque sabes que Dios va a estar, aunque no sabes cómo va a estar. Cuando uno confía, se pone en pie.

Entonces llega el momento del parto. El texto dice: Estando allí le llegó el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no habían encontrado sitio en la posada. De nuevo, cuando nosotros venimos a este punto en que vemos que efectivamente, se trata de esto, se trata de aceptar que Dios está hablando a través de estas circunstancias. Puedes quejarte o bloquearte, pero confiar es otra cosa: en este momento, buscar un lugar para que María dé a luz, es lo que se impone, lo más urgente. Lo mismo con este hecho de que igual no tienes dinero para pagar la posada y en vez de irte a Dios y decirle:” ¡Cómo es que no nos mandas dinero, si sabes que este hijo es hijo tuyo!”. Quererle decir a Dios, eso es lo que hace el egocentrismo, como tendría que hacer las cosas. En vez de eso, José y María en la medida en que pueden, se mueven: José busca una posada y como no hay sitio, al final acudes a lo que no pensabas, a un pesebre porque no habían encontrado sitio en la posada. Algo que nos ayuda un montón cuando venimos al Evangelio, es que el Evangelio no se lamenta, no dice “¡Ah qué pena, porque no habían encontrado sitio!”, sino que nos muestra la realidad tal como es: aquí Dios quería encontrarse con ellos, ahí donde ellos no tuvieron más remedio que ir y entonces Dios puede hacer maravillas, puede hacer un lugar maravilloso de este pesebre. Esto tiene una parte dura, sobre todo si miras solo a lo visible. Pero cuando tienes amor dentro, cuando confías en Dios, la historia tiene otro color y la queja sale de la foto. La incomodidad está, pero no lo es todo, ni la mayor parte. Hay otra manera de leer la historia, por eso es, que el relato del Evangelio no nos cuenta una historia triste, ni victimizada, ni lamentosa.

Después tenemos a María y a José que ya han tenido a este niño, que están emocionados y conmovidos; por una parte, como lo están todos los padres y por otra más, porque ellos aman más y se alegra en la historia el que más ama. Ellos son capaces de amar más porque están más abiertos a Dios y él que está más abierto a Dios, es él que más ama.

Ahora cambiamos de escenario, venimos a unos pastores; unos pastores que son gente que siempre produce un poco de desconfianza, porque no viven con la gente normal, están mucho tiempo solos. Eso los hace, para nuestra mirada prejuiciosa, un poco raros y un poco huraños. Tienen ellos como una sociedad aparte, en la que se entienden a sí mismos, en parte porque están solos entre sí, en parte no es tan fácil que los demás les entiendan. Desde aquí, desde este escenario en que nos encontramos con ellos, nos encontramos con los pastores. Sin embargo, y aquí nos abrimos a los hechos de nuevo: los hechos son que el emperador diga que quiere hacer un censo y los hechos son que Dios a veces interviene en la historia de modo visible. ¡Es Dios!, y dice una palabra a estos pastores, una palabra grandiosa que se da en nuestro mundo en ese día, que era un día normal, un día de todo este tiempo que haya durado hacer el censo, que habrá durado unos cuantos meses. Irrumpe con su modo, irrumpe con su palabra, irrumpe con su grandeza y te transforma la vida y a través de ellos nos transforma la vida si nos atrevemos a creer: Un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos se aterrorizaron. El ángel les dijo: “No temáis, mira os doy una nueva, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy os ha nacido en la ciudad de David Salvador, el Mesía, el Señor. Esto os servirá de señal, encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” Al instante se juntó al ángel una multitud del ejército celeste que alababan a Dios diciendo: “Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres que Él ama.” Se nos va a decir al final de esta perícopa que María guardaba, conservaba todo y lo meditaba en su corazón. Aquí nosotros vamos a intentar hacer lo que hace María, porque de María siempre lo podemos aprender todo y es que estas palabras que los ángeles han dicho a los pastores, esta palabra de Dios que los pastores han recibido y que les ha llenado de alegría, nos dicen muchas cosas que importan para vivir.

Primero se nos dice que tú estás en tu vida en oscuridad, en intemperie. Esto puede darse de una manera muy grave porque no ves nada y estás en un momento duro de la vida. O puede ser que no sabes para dónde vas, que estás más o menos despistado porque has tenido algún dolor o alguna ruptura. Y de repente, en tu oscuridad irrumpe en tu vida la gloria de Dios, a través de una experiencia que es así divina como se nos cuenta aquí. Otras veces a través de un encuentro bien humano que puede ser tener un hijo, que que te den un trabajo, que pierdas un trabajo, que puede ser la noticia de una guerra, la experiencia de una guerra, un acontecimiento que te sobreviene y se pone en el centro de lo que  tú estabas viviendo o de eso que conocías, de eso que controlabas que igual no  te llenaba, pero que era lo que había. Lo primero que se les dice es: “No temas, porque tú puedes abrirte a esto nuevo, a esto que te desconcierta, o te descoloca, o te parte en dos, porque es tan grande que sientes que no te lo mereces. No temas, que lo que viene en esto inesperado, en esto sobrevenido, es Dios, que lo que viene en esto que no te imaginabas es buena noticia para tu vida.”

Entonces les dice: “Os ha nacido en la ciudad de David El Salvador, hoy os ha nacido en la ciudad de David El Salvador, el Mesías y el Señor.” Esto que sucedió en un tiempo concreto de nuestra historia, por eso lo celebramos cada año, puede estarse cumpliendo para tu vida hoy, ese es tu hoy, ese hoy que la Biblia llama kairós, tiempo oportuno, cuando esa vida de Dios se hace verdad y se hace vida para tu vida, para ti. Entonces esta vida que se hace vida para tu vida es el momento en que Dios se va a hacer presente. Igual llevabas muchos años de relación con Él, pero este es el momento en que ha tenido a bien darse a conocer, venir a tu vida. Es el momento en que la historia y la vida cambian para nosotros, puede ser una experiencia que llamamos de Dios, en la que Dios mismo “se hace presente directamente”, o puede ser a través de cualquier hecho de la historia, de una persona, de un acontecimiento que ha salido en los periódicos, que todos conocemos… hoy, para ti, se ha hecho verdad y se ha hecho vida. De repente se hace verdad que lo que dice Dios es la vida. De repente, se ha descorrido el velo del cielo, de esa vida que Dios habita desde la cual se conoce la verdad, la verdad plena de nuestra realidad, lo que ve Dios, el modo como Dios mira la realidad, y esa vida que se vive en el cielo se contagia a los pastores, y los pastores se animan unos a otros para responder a la palabra que Dios les ha dicho.

Nosotros, que somos pastores tantas veces, en nuestra vida, porque vivimos a oscuras, porque no sabemos por dónde tirar, de repente en ese momento de gracia que se da, que se puede dar también en nuestra vida, nos encontramos con Jesús del modo que Él haya querido tener a bien.

Se nos dice que los pastores van, que les cuentan lo que les han dicho del niño, que todo el mundo se maravilla y los pastores tienen ocasión de vivir en adelante desde aquí.

Te propongo que reces hoy con esto: es la experiencia de Dios que han vivido los pastores, la experiencia que ha marcado un antes y un después en sus vidas. Unos en adelante han vivido desde esta experiencia, guardando en su corazón todos estos hechos y mirando la vida desde esta revelación de Dios que experimentaron. Otros no, otros dicen: “¡Esto fue fantástico!”, y lo cuentan en cada comida y se lo transmiten a sus nietos, pero no han vivido desde ahí. Lo grande es que se te haga vida, que en adelante sea esta revelación de Dios la que marque tu vida.

En este texto, como hemos visto, tenemos pautas para ver cómo se hace presente nuestro Dios Maravilloso en la normalidad de nuestra vida. Hemos hablado de acoger lo que viene, de que en nuestra oscuridad se hace presente Dios y lo transforma todo. Hemos visto cómo se vive la vida desde el brillo y la luz de Dios que nos han iluminado.

Todo esto, que se les ha revelado a los pastores y que se nos anuncia a nosotros, es la Vida.

Imagen: Andrae Ricketts, Unsplash

Deja aquí tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al enviar aceptas la política de privacidad. Los datos que proporciones al enviar tu comentario, serán tratados conforme la normativa vigente de Protección de Datos y gestionados en un fichero privado por Teresa Iribarnegaray, propietario del fichero. La finalidad de la recogida de los datos, es para responder únicamente y exclusivamente a tu comentario. En ningún caso tus datos serán cedidos a terceras personas. Consulta más información en mi Política de Privacidad.