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Domingo de Resurrección: ¿es posible vivir de Amor?

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Dios es Fiel: como había anunciado, como había prometido, Dios ha rescatado a su Hijo del poder de la muerte, y esta ya no podrá retenerlo nunca más.

Dios es Desconcertante: ¿tanto nos amas, Padre, que has entregado a tu Hijo a la muerte para que él la venza en nuestro lugar, y podamos vernos libres de ella para siempre?

Dios es Amor. Nos ha amado tanto que nos ha traído a la vida. Tanto, que ha enviado a su Hijo para liberarnos del pecado. Tanto, como para que, a través de esta salvación que se nos da por la fe (porque este domingo, los que te rodean están igual que ayer… tú mism@ estás igual que ayer, si no miras desde la fe), podamos vivir una vida como la que hemos visto vivir a Jesús: una vida que, desde el comienzo lleno de Amor hasta el último suspiro de la cruz, igualmente lleno de Amor, nos ha revelado cómo es la vida cuando no la vives “a tu bola”, o al aire de los demás, sino que la vives unid@ a Dios. En Jesús hemos podido conocer cómo es la Vida cuando esta se vive conducida por el Espíritu del Amor. El Padre ha hecho posible que vivamos una vida como la suya, una vida conducida por el Amor, al modo de Jesús. Una vida semejante a la suya en medio de la vida.

Hablamos de Vida nueva porque el Amor ha vencido. Se ha enfrentado al mal y a la muerte y los ha vencido. Si seguimos viviendo bajo el dominio del pecado, seguimos sin ver esta salvación que ya ha sucedido. Si nos revestimos de la fe en Cristo Jesús, el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (Rom 8, 11) nos conduce en adelante e inspira en nosotros una vida al modo de Dios.

La resurrección lo ha hecho posible. En medio de este mundo en que todo se vive y se padece sujeto a la muerte –tantos peligros y amenazas, tantos riesgos de dentro y de fuera, tanta incertidumbre y tanto miedo, y sobre todo el amor a los que amamos, también amenazado-, la Vida ha vencido porque el Amor ha vencido. El Amor ha vencido muriendo: ha vencido consintiendo en abrazar todo mal, toda perversión, todo conflicto, toda destrucción, todas las mentiras, los miedos, las traiciones y los abandonos; todas las enfermedades y las amarguras y las locuras y los sinsentidos… toda la muerte y el mal y el pecado se han venido sobre el Amor, aplastándolo, y el Amor ha consentido en seguir amando. Hasta el final, la sed de Jesús ha sido sed de amar. Hasta el final, Jesús ha abrazado todo lo que sucedía, porque en todo veía el Amor del Padre, y del Amor ha sacado la fuerza para amar… el mal. Ha acogido todo mal y lo ha vencido con su Amor. Mientras, el mal pateó, increpó, despreció, odió toda esta Vida que con tanto amor se le abrazaba, y quiso destruirla. Y el Amor consintió en ser destruido, entregándose hasta el final… sin dejar de amar.

A este Amor así entregado, el Padre lo ha rescatado de la muerte. Al traerlo de nuevo a la Vida, el Padre afirma que este Amor no puede morir, puesto que se ha revelado capaz de dar vida a todo. En adelante, por muerta que estés, por pecador que te sepas, cree en Jesús, que se ha entregado por nuestros pecados, y conocerás su salvación, más poderosa que el pecado, más fuerte que la muerte (Cant 8, 6).

Con la muerte, ha muerto también todo lo que se mueve en torno a ella. El pecado en primer lugar, y también todos los modos de comprender la vida que vienen vinculados a él. Nuestro ego, por ejemplo: creer en Jesús significa en adelante creer en que Jesús es nuestra salvación, y que nada de lo tuyo –ni tu ego, ni tus fuerzas, ni tus planes ni tus modos de llevarlos a cabo- salva. Renuncias a esa salvación ficticia, espúrea, costosa e irreal que tú creías darte a ti mismo. La salvación definitiva, eterna, gozosa y ligera que brota de la fe en Jesús tiene otra marca: la fe, la esperanza, el Amor. Sobre todo, el Amor. Siempre, el Amor. El Amor de Dios, que inició este camino de salvación al crearnos, lo ha llevado a plenitud al mostrarnos el rostro del Amor en el rostro de su Hijo. El Amor de Dios, el Padre, nos ha revelado la hondura del amor en la entrega de su Hijo. El Amor del Espíritu, eternamente victorioso, nos ha comunicado la victoria del Amor al vencer sobre la muerte y comunicarnos su victoria a los que creemos en él.

Ahora tendrás que dejar atrás la mirada, las tendencias que te sujetan al pecado: “Ya no pesa condenación alguna sobre los que estáis en Cristo Jesús” (Rom 8, 1). Ahora puedes y debes elegir vivir de fe, de la Vida que se te ha regalado.Marcia 4

Ahora, por la fe en Jesús Resucitado, puedes acoger una vida nueva.

Una vida que contempla la realidad a la luz del Amor, y que no se vive desde tus fuerzas, sino desde el Espíritu que ilumina y activa en ti esta vida.

Una vida que se niega a odiar, a dejarse encapsular por el control o la tristeza, que no descansa en las propias conquistas o seguridades, que no hace bandos, que no rechaza, que no se niega… una vida que en todas estas situaciones pide la fuerza del Espíritu para transformarlas por el Amor.

Una vida que no se programa desde los criterios, ni siquiera los bienintencionados y positivos de nuestro mundo, sino que se deja conducir por el deseo del Espíritu para tu vida. Una vida que desea ante todo reflejar a Jesús, una vida que se vive en obediencia al Padre, una vida que desea la comunión con los hermanos, una vida en la que el Amor te conduce y te lleva más allá de tus fronteras: a dar vida, a dar esperanza, a comunicar consuelo, sentido… porque has acogido al Amor, y el Amor es todo eso. Una vida que se comprende desde la mirada de Dios, en la que los pobres tienen, como en la vida de Jesús, como en su corazón, el lugar que les corresponde por derecho –es la lógica del Amor-. Una vida conducida por el Amor, que honra a Jesús no con las palabras, sino con la entrega de la vida.

Te dejo también una canción cantada por el grupo Betel que está llena de esta Alegría -¡se titula Giogia!-, que hará cantar tu corazón en este día:

Te dejo también la letra aquí debajo:

Alegría que invade el alma y canta, alegría de tenerte,
resurrección y vida infinita, vida de la unidad.
La llevaremos al mundo que espera, la llevaremos allí,
donde la vida está brotando, la vida se encenderá,

Porque tu casa es hoy aún más grande, grande como eres Tú,
tan grande como la tierra, como el universo que vive en ti;
continuaremos el canto de tu alabanza, nuesta vida contigo.

Y ahora, ve!  A llevar el amor al mundo,
La caridad en las casas, en los campos, en la ciudad.
Libre para llevar el amor al mundo,
La verdad en las escuelas, en la oficina, ¡donde será!:
y será la vida nueva! Saldremos hacia el mundo que ama,
con el canto de tu alabanza, hacia la vida contigo.

¡¡¡FELIZ PASCUA A TODA LA TIERRA!!!

Imagen: María M.

1 comentario en “Domingo de Resurrección: ¿es posible vivir de Amor?”

  1. ¡¡Felices Pascuas!!

    No puede haber mejor noticia q el acogernos al amor de Jesús, q el ser llamados a esa Vida nueva en cada situación, en aquellas donde la muerte parece vencer. Sólo Tú lo puedes hacer, gracias por el don de la fe!, hazlo crecer Señor, llevamos más cada vez a ti!, por toda la tierra; te quiero Jesus

    Gracias por el texto y esa imágenes tan preciosas, q dicen tanto!

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