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Jesús en la carta a los Hebreos: la novedad definitiva (II)

Jesús en la carta a los Hebreos: la novedad definitiva (II) 7 febrero 2022

En estas entradas vamos a acercarnos a un escrito del NT que seguramente no conoces: la carta a los Hebreos. Precisamente por ser tan poco conocida, te recomiendo especialmente que comiences por leer las perícopas que vamos comentando.

De primeras te llamará la atención su tono, tan elevado, y el contenido de la carta, que ciertamente te sorprenderá. A pesar de las diferencias, en el texto que vengo a presentarte late la misma certeza que en los evangelios y toda la predicación primitiva: Jesús de Nazaret se ha hecho hombre, manifestando así a los hombres una comunión radical arraigada en Dios, que llegará a su plenitud en la redención de Cristo. A partir de Él, toda realidad -en Hebreos el sacerdocio-, resulta releída de nuevo: Cristo hace nuevas todas las cosas, plenificando su sentido y revelándonos su verdad, que se realiza en Él.

Destaquemos también en esta presentación que lo importante de la carta no es el tema del sacerdocio en sí sino –por cuanto la redención de Jesús ha transformado toda la realidad-, el cambio de perspectiva de lo antiguo a lo nuevo. De este cambio radical de perspectiva, el tema del culto y el sacerdocio son un caso iluminador y paradigmático que nos permitirá contemplar esta transformación de la realidad y nos contagia su misma inquietud: puesto que alcanza a todo, ¿cómo mostrar el modo como dicha salvación se comunica a todas las realidades?

Ojalá estas entradas te vayan acercando distintos aspectos de esta carta -homilía, más bien- que te trae otro aspecto de la enorme riqueza del NT. Te la propongo como lectura orante que te hará entrar en un texto luminoso e inesperado.

Heb 4, 15 – 5, 10

Puedes comparar, a esta luz, el sacerdocio natural y el sacerdocio según Jesús. Jesús plenifica radicalmente el sacerdocio natural en sus aspectos esenciales: llamada de Dios, entrega a los hombres. De este modo se realiza este principio que todo el Nuevo Testamento proclama: Cristo es el centro de todo, la plenitud de todo lo creado. Sin duda que el sacerdocio y el culto han cumplido una misión necesaria y valiosa a lo largo de los siglos. Sin embargo, sus deficiencias, que tienen como causa el pecado, hacían que fuera imperfecta la purificación que pretendían: y es que el sumo sacerdote, llamado por Dios para asumir las cargas de sus hermanos, no podía realizar plenamente este mandato, porque él mismo era pecador. En la plenitud de los tiempos, Cristo vence al pecado y transforma en sí toda la realidad: de lugar de pecado y de muerte, en ocasión de vida definitiva. Todo pasa por él.

Del sumo sacerdote reconocemos dos notas: la autoridad, que le viene de la llamada de Dios, y la compasión, que le capacita para hacerse cargo de las debilidades y flaquezas humanas. Si contemplamos estas características

en clave existencial según Jesús nos encontramos con un sumo sacerdote que, porque él mismo obedece a Dios y le está sometido, no desea otra cosa que conducirnos a él. Y porque nos ama hasta el punto de llamarnos hermanos, lleva hasta el extremo la solidaridad con nuestras flaquezas, cargándolas sobre sí: se nos revela de este modo que este es el sentido radical, auténtico, de la solidaridad, de la compasión, del sacerdocio y de toda mediación… y solo podemos vivirla por la fe en Jesús. Por eso decimos que Jesús realiza en plenitud el sacerdocio y marca un antes y un después: en relación al sacerdocio y, como veremos, en relación a toda realidad.

Este hombre que así ama, obedece y se entrega absolutamente a Dios, desea para nosotros es hacernos capaces, como él, de obedecer y amar a Dios. Por eso ahora es, por su obediencia, causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

Jesús gustó la muerte… esta actitud revela un modo existencial creyente de vivir que realiza de una vez la experiencia… y la apura. Jesús se entrega desprotegidamente a la experiencia que es voluntad del Padre, que se revela así salvadora. Esta revelación de humanidad teologal de la existencia, que consuma el tiempo y salva, encuentra su correlato en la eternidad.

Desde esta revelación de la realidad asumida por Cristo entendemos más plenamente lo que ha de ser en adelante nuestra vida: Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar la gracia de un socorro oportuno.

Contempla asimismo, no solamente aquí, sino en toda la carta, lo que hemos dicho de que las palabras de la Escritura están desde siempre referidas a Jesús, y encuentran en él su pleno sentido, o por decir mejor: él revelan la plena capacidad de las realidades, en este caso el sacerdocio, que estaban ya presentes entre nosotros, esperando su plenitud.

Heb 7, 1-28

A la luz de lo que hemos visto con el sacerdocio, contempla la precariedad de las instituciones humanas: sociales, políticas, económicas, religiosas. Si la dignidad más alta que se puede alcanzar en el judaísmo es ser sumo sacerdote, y a la luz de Cristo se nos revela en toda su precariedad, ¿qué será de todo lo demás? Te equivocarías, no obstante, si esta reflexión te llevara a renegar de las instituciones humanas, a negarles valor puesto que son frágiles y transitorias. No es eso lo que nos dice la Palabra de Dios: Jesús, Sumo Sacerdote para siempre, no lo es en virtud de un sistema de leyes terrenas, sino por la fuerza de vida indestructible: por la fe se nos revela que el viejo orden de cosas ha sido vencido, y que el modo de reconocer esas instituciones es desde esta lógica revelada de sumisión a Dios, lo sepan o no. El sacerdocio levítico ha sido sustituido por el sacerdocio nuevo de Jesucristo, y esta revelación es figura de un modo nuevo y definitivo de entender la realidad, en su muerte y resurrección. Las realidades humanas, todas por igual, han quedado iluminadas a la luz de su salvación, y es desde esta revelación como hemos de relacionarnos con ellas.

Examina cuál es tu modo de vivir en el mundo en relación a estas realidades: la familia, los amigos, los usos sociales comunes entre nosotros o las instituciones a que acabamos de referirnos. ¿En qué sentido han sido abolidas? ¿Desde dónde habremos de relacionarnos con ellas? Pide luz para vivir según la Palabra que se te ha revelado, y comprométete después en ese seguimiento, para que sea efectivamente la fe la que conduzca tu vida. La fe que inicia y completa la vida nueva, te arraigará en Jesús, y llevará a realización los planes de Dios, por la fe en Jesús, a través de dichas realidades concretas.

Ahora tienes ocasión de orar con tan grandes palabras, no para alejarte de la realidad, sino para que ensanchen el horizonte y la luz de tu vida…

Imagen: Jon Tyson, Unsplash

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