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Lo visible, transparencia de Dios

Se dirigió a otro lugar y entró en su sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Le preguntaron, con intención de acusarlo, si era lícito sanar en sábado. Él respondió: —Supongamos que uno de vosotros tiene una oveja y un sábado se le cae en un hoyo: ¿no la agarraría y la sacaría? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, está permitido en sábado hacer el bien. Entonces dijo al hombre: —Extiende la mano. Él la extendió y se le quedó tan sana como la otra. Los fariseos salieron y deliberaron cómo acabar con él. Pero Jesús se dio cuenta y se fue de allí. Mt 12, 9-14

Una nueva situación en la vida de Jesús. Que es lo mismo que decir “una situación en una vida humana”. Una situación, por tanto, semejante a tantas situaciones, historias, momentos, encuentros que nosotros vivimos.

Semejante a las que nosotros vivimos… ¿no es, más bien, al revés? Que las situaciones que nosotros vivimos queremos vivirlas al modo como Jesús las ha vivido.

Somos nosotros los que queremos hacernos semejantes a él.

Jesús es el que, al hacerse un hombre entre nosotros, nos ha mostrado cómo se vive en verdad la vida humana. En adelante, nosotros queremos vivir esta vida humana al modo como él la ha vivido. El modo -auténtica revelación, deslumbramiento definitivo- como en verdad se vive la vida.

…una situación, decíamos, semejante a las que tantas veces se dan en nuestro mundo. Lo que cambia, lo que es luz, es el modo de vivirla.

En este caso hay una situación de necesidad. No mucha necesidad: un hombre que tiene la mano paralizada, seguramente desde hace algún tiempo, por lo que ya se habrá acostumbrado a vivir así.

Y una gente que, al ver a este hombre, lo que ve no es al hombre, sino una ocasión para acusar a Jesús: le preguntaron… si era lícito sanar en sábado.

Jesús les responde. Esto es lo primero que aprendemos. Jesús no se ofende, ni se impacienta, ni los insulta… responde a lo que han preguntado. Quizá porque -en su mala intención, que el texto subraya- de verdad no ven, o porque quiere que vean… a veces, nosotros, cuando alguien nos pregunta algo que nos parece (o es) desacertado, nos saltamos la respuesta y nos enfrentamos, con lo que se elimina la posibilidad de que el otro vea. Entre nosotros, cuando la otra persona está cerrada también nos cerramos en respuesta. Cuando vemos que viene acusando, nos cerramos también.

Jesús no lo hace así, y hay algo que aprender. No que “siempre” haya que hacerlo así (Jesús responde de muchos modos según las circunstancias, y habrá que aprender de esos modos), sino que siempre está abierto, tanto cuando responde como cuando guarda silencio. Cuando parece no ver la mala intención, como cuando la pone a la luz… Aprender de Jesús es ir aprendiendo de esos modos suyos, distintos en cada ocasión.

En esta situación, la respuesta que les da viene a lo básico, a lo visible: si a una oveja que se te cae en un hoyo la agarras y la sacas, ¡cuánto más a una persona, que vale mucho más!

Es un ejemplo sencillo, porque la respuesta es sencilla. Lo complicado es querer que la ley, que las ideas, se impongan sobre la vida, en vez de estar a su servicio.

La sencillez del ejemplo nos enseña también otra cosa: así como sucede en lo visible, así suele ser muchas veces en lo invisible. Si es claro que a la oveja la sacarías del hoyo, ¡¿qué te pasa que no ves que con una persona has de compadecerte igualmente?! ¿Qué tienes roto dentro para que, no siendo problema lo visible, te hagas problema en lo invisible? ¿Es que la propia idea de la ley ha trastornado tu juicio? ¿O es que la ley se te ha hecho sable y armadura, que te separa de las personas?

Algo así debe haber pasado. Porque la respuesta de Jesús, después de explicarles que, en él, la compasión que sentiría por una oveja caída en el hoyo le lleva, y con más razón, a curar hoy a este hombre, lleva a los fariseos a desear matarle.

Hay un modo de encarar la vida, el de Jesús, que es transparencia del Espíritu. Ese por el cual, la misma compasión que rige en lo visible, conduce -más- en lo invisible.

Y hay otro modo de estar en la vida en que esta continuidad, esta transparencia que hace luminoso lo invisible, se rompe. Una fractura por la cual, aquellos que sacarían a la oveja del hoyo no son capaces de ver a este hombre sino como un “caso” para culpar a Jesús. Una fractura por la cual la respuesta luminosa de Jesús, que manifiesta la continuidad entre lo visible y lo invisible, les lleva a confabularse para matarlo.

Realmente, Jesús es referencia de este vivir humano pleno por el que todo lo visible es transparencia de Dios.

Imagen: Yuliya Kosolapova, Unsplash

2 comentarios en “Lo visible, transparencia de Dios”

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